Al inicio de esta semana, el lunes 04 de agosto, el Consejo Nacional de Educación Superior (CESU) le entregó al presidente Santos el llamado Acuerdo por lo Superior 2034, un documento que contiene las derroteros a seguir en lo referente a políticas públicas en educación superior, y que surge como una respuesta ante la situación que se presentó hace tres años con la ley de educación superior.
Los 136 lineamientos en temas relacionados con temas como calidad, inclusión, pertinencia, regionalización, internacionalización y sostenibilidad financiera buscan lograr, en un largo plazo, un incremento en la calidad de la educación superior del país. Sin embargo, independientemente de los temas que estructuran el acuerdo, hay dos preguntas fundamentales que considero debe responder, relacionados con la educación para el trabajo y la educación para el posconflicto.
Uno de los efectos insospechados de la lógica de ‘Eduquemos a los niños para que cumplan sus sueños’ es que hemos olvidado que, antes de poder cumplir esos sueños, deben articularse de alguna manera en el mundo real, y poder hacer esa articulación pasa por la enseñanza de habilidades prácticas que les permitan ser productivos mientras encuentran la oportunidad de cumplir sus sueños. Es una afirmación que puede llegar a sonar particularmente fría y deshumanizada, pero que debe ser tomada en cuenta a la hora de pensar en una educación superior que alcance a jóvenes de comunidades donde la principal prioridad es articularse al sistema productivo.
¿Significa esto que estos jóvenes deben arrojarse a la línea de producción una vez reciben el diploma de bachiller? De ninguna manera, significa que la educación para el trabajo debe ser repensada… Mas allá de las circunstancias políticas asociadas al SENA, debe ser una educación que tome en cuenta las necesidades de la inclusión del país en la economía mundial y las necesidades regionales… La oferta en educación técnica de Bogotá no puede ser la misma que la de Arauca y esto debe ser tenido en cuenta por los lineamientos.
La segunda pregunta apunta a una situación que tal y como van las cosas, debe ser afrontada dentro de un tiempo: ¿Qué haremos con los desmovilizados que surgirán de un posible y eventual acuerdo con las FARC? hablamos de excombatientes que oscilan entre una alfabetización normal y una analfabetización absoluta, con intereses y necesidades que por edad y otras circunstancias deberán ser admitidos por el sistema de educación superior del país, siendo esta una inquietud que debe ser desarrollada dentro del acuerdo presentado.
Como suele pasar en este tipo de situaciones, solo el tiempo dirá si los lineamientos presentados por el acuerdo tienen la efectividad que se busca. En principio, su principal ganancia es el hecho que adopta una perspectiva tanto humanista como utilitaria en lo que refiere al planteamiento de la educación superior del país, y esto, representa una ganancia importante que debe ser tenida en cuenta.