Estoy perfectamente consciente que arrancar esta entrada con una anécdota personal, y especialmente con esta anécdota es odiosamente autocomplaciente pero créanme que no lo haría si no tuviera sentido en el esquema de las cosas. Hace unos meses, en el evento que la Secretaría de Educación Distrital realizó para homenajear a los 100 mejores colegios públicos de la ciudad, uno de los invitados al escenario fue un profesor de preescolar que cantó la misma canción que le canta a sus estudiantes mientras cargaba a su hija bebé en brazos, una peculiaridad que comentamos en días posteriores en el colegio y que en retrospectiva me hace pensar, ¿porqué la educación inicial (Incluyendo primer grado) es un territorio en el que los hombres son la excepción y no la regla?

Sin que sea una situación problemática en si, parece ser algo a lo que nos hemos acostumbrado sin mayor requiebro, y que ha configurado un escenario bastante interesante. Dada la edad de los niños de preescolar, y el hecho que en algunos casos estas profesoras los acompañan a lo largo de su paso por preescolar, se configura un escenario en el que los niños proyectan elementos propios de la figura materna sobre la profesora, lo que si bien no es malo en si mismo, resulta una fuente de conflicto una vez hacen el paso a la básica primaria donde la relación con la docente, los compañeros y el colegio en general es completamente distinta; algo que también es experimentado por los padres quienes por lo general entran en conflictos con los docentes en primer grado una vez descubren las diferencias entre la vida en preescolar y la vida en básica primaria.

Podríamos decir que, de alguna manera, la figura de la docente de preescolar como ‘Madre sustituta’, si bien apropiada e incluso necesaria en su momento, se convierte en problemática una vez trasladada al contexto de la básica primaria, que le imprime diferentes exigencias a los estudiantes, las cuales tardan un poco en ser comprendidas tanto por ellos como por sus padres.

¿Como hacer menos traumática esta transición? ¿Un profesor hombre en preescolar podría hacerla menos traumática? Realmente no hay forma de saberlo, lo complicado de esta transición es originado precisamente en el momento de desarrollo de los niños e incluso de los padres (Especialmente de aquellos que son primerizos), por lo que la presencia de un hombre o una mujer como director de grupo es un factor pero no el único factor, pero aún así es una pregunta interesante que nos dice sobre la manera en las que abordamos las preguntas sobre el género en el salón de clase. Hace cuarenta años le decíamos a nuestras niñas que no podían ser doctoras sino enfermeras, ¿porqué no le decimos a nuestros niños que pueden ser profes de preescolar?