Como habitante de Bogotá y usuario de su transporte público, me he encontrado en los últimos días con campañas de reclutamiento de personal para el Sistema Integrado de Transporte Público (En este escenario, la discusión sobre la calidad del mismo está un poco fuera de contexto), mas exactamente, para buscar a los conductores de los buses, y es un detalle alrededor de los requisitos de escolaridad el que me puso la pregunta para la entrada de esta semana.
Además de los requisitos que uno podría esperar de un trabajo como ese (Tipo de pase, estar libre de comparendos), también hay requisitos asociados con la escolaridad de los posibles conductores, los cuales, en este caso, se reducen a saber leer y escribir, una situación que plantea una pregunta que representa ciertas percepciones que han existido históricamente sobre la educación en Colombia.
¿Por qué ponemos tan baja la barra de la escolaridad para un trabajo de esa naturaleza? Si bien podría decirse que conducir un bus no es un trabajo que requiera tener un diploma de doctorado, no resulta fuera de lugar pedir que la persona que va a conducir un bus lleno de personas por las calles de una ciudad como Bogotá hubiese terminado cuando menos su educación secundaria; este requisito podría dar un paso importante en la dignificación de un trabajo como este tanto por parte de usuarios como por parte de los mismos conductores basados en la percepción que se tendría sobre la profesión.
Por otro lado, esta situación pone de manifiesto una percepción sobre la idea de un título la cual se ha asentado firmemente en el mainstream colombiano durante años y años. De alguna manera, consideramos que hay ocupaciones tan básicas que están por debajo de la dignidad de cualquier persona con un diploma, lo que termina por crear un círculo vicioso en el cual quienes las ejercen no lo hacen de una manera completamente adecuada (Porque a fin de cuentas, ¿Que tan difícil puede ser un trabajo para el que no piden diploma?) y no hay una vigilancia social fuerte al trabajo ejercido por esas personas (Porque a fin de cuentas, ¿Que nos importa el trabajo que hace alguien que ni siquiera necesita diploma?).
Mas allá, una situación como esta demuestra que si bien es cierto que en Colombia se considera a la educación como una herramienta que puede ayudar a la movilidad social de las personas, no es en virtud de los conocimientos adquiridos en los cursos tomados, sino en lo que dice el diploma, una percepción la cual ha calado profundamente tanto a nivel social como institucional, siendo las consecuencias a este último nivel relacionadas con los procesos de cualificación y formación docente, lo que será explorado posteriormente.