La discusión sobre las maneras en las que la sociedad entiende las diferencias de género han estado en primera fila durante los últimos días. Las filtraciones de fotos privadas de actrices como Jennifer Lawrence y el discurso de Emma Watson ante las Naciones Unidas le han dado saliencia a una pregunta la cual ya estaba siendo discutida con mas y mas frecuencia, diferencias que se transmiten en el salón de clases y hacen que nos preguntemos ¿Como es que el salón de clases entiende las diferencias entre niños y niñas?

El periodista Jorge Espinosa compartió vía twitter la semana pasada un artículo de The Atlantic en el que se planteaba una interesante discusión alrededor de la manera en la que ciertos elementos de los procesos de evaluación tienden a favorecer a las niñas sobre los niños a la hora de ver las calificaciones obtenidas. El ambiente escolar, con su predisposición a favorecer el respeto al procedimiento y el cumplimiento de rutinas tiende a favorecer a las niñas sobre los niños, quienes tienden, en términos generales, a ser mas impulsivos.

La misma experiencia en el salón de clases me ha dado evidencia empírica para corroborar una afirmación como la hecha en el artículo: Ante una actividad en una asignatura determinada, no me era muy difícil notar como, si bien tanto niños como niñas buscaban obtener el resultado indicado, las niñas también le dan atención a los aspectos formales de la ejecución de la actividad, mientras que para los niños, la prioridad es lograr el resultado correcto. 

La discusión sobre diferencias de esta naturaleza siempre es una discusión complicada. Si es mal encausada, podemos terminar en conclusiones nocivas sobre aquello de lo que son capaces los estudiantes solo basados en su género, la evidencia que cita Enrico Gnaulati en su artículo puede bien ser malinterpretada para justificar prácticas sexistas y discriminantes en el salón de clases, lo que nos deja ante la pregunta de lo que podemos hacer para que estas diferencias no sean fuente de frustración para niños y niñas en el salón de clases, y mas aún ¿Como podemos hacer para que dichas diferencias sean una fuerza positiva en el salón de clases?

La respuesta está en la manera en la que manejamos dos momentos decisivos dentro de las dinámicas del salón de clases: El momento de la instrucción y el momento de la evaluación; esto significa que la presentación de los contenidos debe combinar actividades que favorezcan la asimilación de rutinas (En lo que las niñas vendrían a tener éxito), y que estén combinadas con momentos que favorezcan actividades intuitivas, las cuales podrían ser positivas para los niños; mientras que la evaluación debería asignar valoraciones diferenciadas a las distintas competencias que representen estas diferencias determinadas por el género.

Las diferencias de género existen, y a pesar de algunos discursos homogeneizantes no pueden ser minimizadas o anuladas. Queda entonces la responsabilidad en quienes viven el día a día del salón de clases de reconocerlas y convertirlas en un elemento que potencie la experiencia escolar de niños y niñas.