La semana pasada estuvo llena de anuncios de movimientos en el gabinete distrital de Bogotá, dentro de los cuales se sugirió el nombre de Óscar Sánchez, secretario de educación, como uno de los nombres que saldría de la administración Petro. Si bien este no fue el caso, como el mismo Sánchez lo desmintió, el discurso generado alrededor de la situación da pie para la elaboración de una serie de conclusiones, y darle una mirada a lo hecho por Sánchez en los últimos años.
En el momento en que los medios difundieron la salida de Sánchez del gabinete, se manejaron dos explicaciones, las cuales además de ser particularmente problemáticas, también pondrían de manifiesto una dificultad de mayor calibre; en su momento, se habló tanto de diferencias insostenibles con el alcalde Petro, así como de la intención por parte del secretario Sánchez de lanzarse a las elecciones distritales del próximo año, siendo necesaria su renuncia para evitar cualquier clase de inhabilidad. En el caso de la primera, haría evidente uno de los muchos defectos de la gestión de Gustavo Petro: Su incapacidad de escuchar a sus asesores, poniéndoles metas imposibles en función de su proyecto político, las cuales al no ser cumplidas causan conflictos insalvables, mientras que en el segundo caso, pondría de manifiesto el carácter personalista del actual gobierno de la ciudad en el que la administración de la ciudad es secundaria al avance de un proyecto político. En cualquier caso, representarían ejemplos de esa peligrosa tendencia a través de la cual se politizan las políticas, es decir, que la ejecución de las políticas públicas en el campo educativo se subyuga a un proyecto político, beneficiando no a la ciudad sino al partido.
Si bien este no fue el caso, porque a fin de cuentas, la renuncia no se materializó, resulta un buen momento para darle una mirada a la gestión de Óscar Sánchez en su administración del aparato educativo de la ciudad. A pesar de una relación en principio tormentosa con los docentes de la ciudad (Vi de primera mano las actitudes de sospecha y recelo que despertaba en muchos), con el paso del tiempo ha logrado tener ascendente sobre docentes y directivos. Así mismo, el desarrollo de iniciativas como el currículo 40×40 (Lo mas cercano que tenemos a la jornada completa), las aulas de inmersión en lengua inglesa, o los programas de media especializada en algunas instituciones son puntos a su favor que se convierten en iniciativas que podrían ser replicadas a nivel nacional; por otro lado, se debe reconocer, desde lo cuantitativo, el incremento en la inversión de recursos monetarios y el uso que se las ha dado a los mismos, como por ejemplo, a través de las becas a las que pueden acceder los docentes de la SED para cursar estudios de posgrado.
Sin embargo, hay puntos que requieren una observación menos halagadora: El primero, tiene que ver con las promesas incumplidas en términos de infraestructura, con los jardines infantiles que no han sido construidos, y que no serán construidos por parte de la administración Petro, aunque en este caso, también es importante tener en cuenta que esto obedeció a unas expectativas completamente desconectadas de la realidad por parte de Gustavo Petro en la elaboración de su plan de gobierno. Por otro lado, la defensa del modelo de colegios en concesión ha sido una defensa tibia y ambivalente, lo que se origina en situaciones como las que desarrollé anteriormente en esta entrada de la politización de las políticas.
Finalmente, Sánchez cayó en la misma lógica de sus antecesores, al tener una actitud tibia y poco firme ante algunas de las exigencias de la ADE que ha llegado al extremo del cese de actividades en dos ocasiones (2013 y 2014), fallando en contener la agenda de una organización que lejos de defender los intereses de la educación en Bogotá, solo quiere proteger a una minoría de docentes y que al final de cuentas, no tiene un efecto positivo sobre la calidad educativa de la ciudad.
Es así como esta salida que a fin de cuentas no fue salida nos permite hacer el retrato de un funcionario que, a pesar de algunos puntos que ameritan observación, ha tenido un relativo éxito en su cartera, y que dentro de las circunstancias dentro de las que debe hacer su labor, ha logrado mejoras en lo cualitativo y lo cuantitativo sobre la educación pública en Bogotá.