En los últimos cuatro años, he tenido la fortuna de contar con la amistad de Paola Castaño, una gran mujer que me ha dado su apoyo a través de distintos momentos. A lo largo de este 2014, Paola ha estado trabajando de la mano de Galileo Mobile, una iniciativa creada con el objetivo de conducir un trabajo de divulgación científica alrededor de la astronomía a jóvenes alrededor del mundo y que ha llegado a Colombia en 2014. Esta semana, Paola realizó un relato de su experiencia con el proyecto que además de mostrar la convicción que siente hacia el mismo, también plantea algunas preguntas. Hace algunas semanas, discutí en este espacio la manera en la que podemos llevar a cabo una educación científica de calidad, sin embargo, relatos como el que hace Paola nos plantean otra pregunta, ¿para qué hacerlo?

Habiendo trabajado en contextos similares en los que Galileo Mobile ha realizado su actividad, entiendo las dificultades que afrontaron, al mismo tiempo que expreso mi admiración por los resultados logrados y que son los que a su vez, formulan el argumento mas utilizado a la hora de no darle el apoyo a este tipo de iniciativas de divulgación científica ¿Para qué necesitan saber estos muchachos sobre las estrellas cuando a duras penas saben qué van a hacer para sobrevivir? Una pregunta que, si bien parte de un lugar bien intencionado (Seamos pragmáticos y concentremos nuestros esfuerzos en darle herramientas para la vida a estos muchachos), resulta, a la larga, altamente perjudicial; de la misma manera que los ojos de los caballos son tapados para que solo vean lo que necesitan ver, la actitud pragmática que le quita prioridad a ciertos contenidos hace que, al largo plazo, la visión que tienen los estudiantes del mundo se vea atrofiada, limitada solo a la esfera de influencia de su lugar de residencia, siendo incapaces de concebirse en otros sitios, con otros proyectos de vida distintos a tener para llegar al día siguiente.

Es una actitud, que con el paso del tiempo se ha apoderado de los salones de clase, especialmente en contextos como el de la educación pública. Si bien la noción de la educación como herramienta para el empoderamiento y la movilidad social ha permeado la agenda de las entidades gubernamentales en los últimos años (Especialmente en el caso de Bogotá), las acciones que se han tomado no se corresponden con esta idea. Iniciativas como la educación media fortalecida, si bien han tenido un apoyo institucional significativo y una buena organización, se concentran exclusivamente en la articulación entre la educación escolar y la educación universitaria con el objetivo de crear fuerza de trabajo, de garantizar que los estudiantes tengan herramientas para funcionar dentro de la economía de mercado, un objetivo, que si bien no es reprochable en si mismo, al no estar combinado con una educación que abra la percepción de los estudiantes ante el mundo en el que viven, no alcanzará logros significativos.

Es aquí cuando entra en juego una iniciativa de divulgación científica como la de Galileo Mobile, para, si me permiten el cliché, abrir los ojos de los estudiantes, para incluso, darles los puntos de partida que les permitan utilizar lo aprendido en el ambiente escolar tradicional de formas innovadoras y que puedan lograr el empoderamiento que se busca desde lo institucional en una forma mas efectiva y significativa.

Las dificultades contextuales de los ambientes en los que se mueve la educación pública suelen llevar a sus protagonistas a visiones pragmáticas y de garantía de la supervivencia. Visiones las  cuales, si bien están argumentadas con buenas intenciones, a la larga terminan sin lograr nada de lo propuesto. La escuela debe entender que su rol como proveedora de herramientas para la vida no solo se limita a garantizar la adquisición de saberes y habilidades, que también incluye garantizar la apertura del mundo ante los estudiantes, aun si eso implica algo tan aparentemente lejano como el nacimiento y muerte de las estrellas.

@jackmulligan