A finales del mes pasado, el ministerio de educación anunció un programa de incentivo a la excelencia docente en el país a través de la entrega de 3000 becas a docentes, una iniciativa que, como suele ocurrir en este tipo de casos, tiene tanto de largo como de ancho, y requiere un análisis juicioso.
En un principio, la medida no es particularmente novedosa, a fin de cuentas, algunas entidades territoriales como el Distrito Capital o Antioquia estaban llevando a cabo programas similares con sus docentes, no en vano las maestrías de educación de universidades como la Javeriana, Los Andes o el Externado cuentan con un porcentaje significativo de docentes de la SED en sus actuales cohortes; una de las razones por la que este anuncio adquiere un carácter significativo es la intención de acoger docentes de todo el país.
Por otro lado, la iniciativa puede entenderse como una respuesta a un efecto inesperado de los mecanismos de promoción contemplados por el decreto 1278: Al establecer los títulos de posgrado como criterio para el ascenso de categoría dentro del escalafón docente, algunos docentes optaron por cursar programas cuya calidad o pertinencia no eran precisamente las mas apropiadas para la labor docente, con lo que la idea de los posgrados como mecanismo de mejoramiento de la idoneidad de los docentes se vio reducido a un requerimiento administrativo o burocrático; una situación la cual, cuando menos en el papel, se ve remediada ante el requerimiento que los docentes beneficiarios del programa implementen proyectos de fortalecimiento en sus instituciones, lo que hace necesario que los docentes busquen programas de posgrado los cuales se articulen con las necesidades de sus instituciones. El requisito de permanencia por dos años posteriores a la culminación del programa por parte de los docentes, no solo busca garantizar la implementación exitosa de los proyectos desarrollados, también termina por convertirse en una herramienta que fomenta el compromiso de los docentes con las instituciones. La maestría no solo es el mecanismo para obtener un aumento salarial, es una herramienta que hace a los docentes partícipes del cambio institucional y mejora su sentido de arraigo y permanencia a la misma.
Otro aspecto que es necesario tener en cuenta es la variable de la edad de los beneficiarios. En el documento de divulgación preparado por el ministerio, se establece el rango de 42 a 45 años como edad limite para los docentes que pueden acceder al programa, lo que puede ser interpretado como un compromiso hacia los docentes que han llegado al magisterio a través de los últimos concursos docentes (Cabe anotar que sigue preocupando el silencio del ministerio alrededor de la nueva lista de elegibles) a través del cual se busca garantizar la permanencia de los mismos en el magisterio a través de incentivos de carácter salarial y profesional.
Por otro lado, los requisitos de puntaje en las pruebas saber 11 y transición a la jornada única en las instituciones a las que pertenecen los docentes beneficiarios plantean implicaciones interesantes; puede interpretarse como un mecanismo para impulsar a las instituciones para que hagan dicha transición. Son requisitos que buscan, claramente establecer una brecha entre instituciones, lo cual, si bien no necesariamente es una medida que esté en sintonía con un discurso de equidad de condiciones, está estructurada de tal manera que las instituciones busquen insertarse dentro de las agendas del gobierno en políticas educativas (como es el caso de la jornada única). Para usar la metáfora darwinista, puede ser entendido como una especie de selección natural, en la que aquellos docentes y directivos que no están dispuestos a adoptar una serie de prácticas determinadas eventualmente desaparecen del magisterio. Es una idea arriesgada cuya efectividad solo será determinada por el tiempo.
La medida dista de ser la solución para lograr el mejoramiento de la calidad. A fin de cuentas, no hay evidencia que sustente de forma definitiva el vinculo entre los posgrados en los docentes y la mejora en la calidad. Sin embargo, es un paso en esa dirección; junto a la adquisición de saberes que se pueden aplicar en la práctica docente, pareciera ser un programa dirigido a estructurar la profesión docente, lo que tendrá un efecto mas definitivo y a largo plazo en la calidad educativa del país.