Uno de los temas alrededor de los cuales giró la discusión de la semana pasada en este espacio fue el relacionado con el proceso de atraer personas competentes a la profesión docente, un problema que, si bien ha sido aproximado en anteriores ocasiones, ante situaciones como la que implica la demora en el concurso docente plantean dudas harto preocupantes. En este sentido, cabe preguntarse entonces sobre la pertinencia de las iniciativas que buscan atraer docentes desde otros sectores.
En el caso de Colombia, Enseña por Colombia es una iniciativa que, desde 2010, ha estado atrayendo a profesionales de carreras distintas a las licenciaturas a través de un programa en el que profesionales recién graduados, después de un proceso de entrenamiento, trabajan como docentes en distintas regiones del país; un modelo que se encuentra articulado dentro de la iniciativa de Teach for All que se encuentra en 35 países de todo el mundo desde los Estados Unidos hasta Nueva Zelanda, pasando por Israel, Suecia, Uruguay, Chile, Perú y Líbano entre otros. La iniciativa, estructurada alrededor de la idea que la formación específica no es condición suficiente para la docencia de calidad y que se debe acompañar de principios y prácticas específicas en el aula de clases, en ese sentido, programas como este envían el mensaje que la docencia es una labor que no está restringida solamente a quienes poseen un título de licenciatura, un mensaje el cual ha hecho que este tipo de programas hayan encontrado una resistencia significativa por parte de los sindicatos docentes en los países a los que han llegado. Junto a este reto de coexistir con los docentes licenciados, programas como Enseña por Colombia y sus contrapartes en otras naciones afrontan el reto de la retención de participantes.
En sus inicios, estos programas enfrentaron indices significativos de deserción por parte de los profesionales participantes que se sentían abrumados por las demandas de la docencia en contextos regionales, situación que ha sido resuelta a través de procesos de acompañamiento a los docentes participantes. Como resultado, de acuerdo a las cifras presentadas por EpC, ahora hay 82 docentes en salones de clases de todo el país, con un grupo de 16 participantes los cuales han optado por dedicarse al sector educativo en distintos niveles. Aunque estas cifras pueden presentarnos una imagen alentadora alrededor de la efectividad del programa por cuanto muestran que quienes participan en él, terminan por adquirir un compromiso con el trabajo alrededor de las políticas en educación, la verdad es que sigue siendo una fracción pequeña de los participantes en general de dichos programas la que termina involucrada en el campo educativo.
Mas aún, llama la atención el hecho que, según las estadísticas que sugiere el programa, hay poca permanencia de los participantes en la actividad docente como tal. Algo que en el caso de Colombia puede explicarse en que a fin de cuentas, la profesión docente sigue sin tener una representación social particularmente positiva, por factores salariales, de condiciones laborales y ambiente laboral, una labor que corresponde al Ministerio de Educación con políticas que provean un apoyo a los docentes recién llegados y garantice el favorecimiento y promoción de las buenas prácticas.