La semana pasada, la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional, en su sede Bogotá, divulgó un comunicado que pone de manifiesto la alarmante situación financiera de la misma, llegando hasta el punto de declararse en emergencia financiera. Un estado de cosas que resulta difícil de aceptar, y que nos pone en la necesidad tanto de apagar el incendio y de reconstruir la casa.

Si le creemos a las cifras presentadas en el comunicado divulgado por la FCH, los fondos de los que dispone la facultad para sus distintas actividades, como contratación de docentes, ordenes de prestación de servicios y funcionamiento general, se corresponden a, aproximadamente, la mitad de la cantidad requerida, esto significa que la contratación de docentes se ve afectada, lo mismo ocurre para los estudiantes que trabajan como monitores y auxiliares en las dependencias de la facultad (Una situación que experimenté de primera mano en mis días como monitor del departamento de psicología hace casi 10 años).

Así mismo, a partir de lo presentado en el comunicado, esta actual situación es el producto de un desmonte de recursos que se ha llevado a cabo desde el año 2009, lo que plantea una pregunta necesaria alrededor de la responsabilidad de las administraciones pasadas, tanto a nivel de facultad, como de la vicerrectoría de sede, primeros responsables de la situación financiera de la FCH; este proceso es absolutamente necesario si queremos identificar quiénes son los responsables para corregir la situación, es decir, para apagar el incendio. Cabe recordar que uno de los actuales candidatos a la rectoría de la universidad, Fabián Sanabria, fue decano de la FCH durante ese periodo. Resultaría interesante saber que tiene que decir al respecto.

En ese orden de ideas, si bien es demagógico y atrae aplausos, atacar al Ministerio de Educación Nacional y un programa como Ser Pilo Paga no sirve de nada, si algo, esta situación refuerza y de alguna manera, justifica la prevención de los beneficiarios del programa hacia las universidades públicas y que se manifestó en la preferencia hacia las universidades privadas. A la hora de resolver estas coyunturas tan delicadas, es necesario proceder de abajo hacia arriba, identificando a los responsables mas directos en primera instancia para poder diseñar planes de acción efectivos que en este caso, apuntan a garantizar una mayor financiación.

A la hora de reconstruir la casa, sin embargo, si resulta necesario empezar a mirar la responsabilidad y el papel que juegan entidades como el MEN. El hecho que esta situación se haya venido presentando desde el año 2009 plantea preguntas sobre los alcances de las políticas de financiación a la educación superior en el país, y sin caer en discursos anacrónicos e irrelevantes del neoliberalismo y la privatización, cabe preguntar cuáles son las intenciones del gobierno nacional con sus universidades, especialmente en un momento en el que la educación cobra mas peso en el discurso de las políticas públicas, preguntas que resulta necesario resolver a la hora de reconstruir la casa.