A lo largo de los últimos años, y cada cierto tiempo, aparece en el radar noticioso alguna noticia alrededor de las dudas generadas con la elección de rectores y consejos directivos en las universidades públicas de la costa colombiana. Noticias que por lo general, tienen que ver con presiones de grupos políticos alrededor de la elección de una persona en particular para los cargos directivos, o mas grave aún, de nexos entre estos directivos y grupos al margen de la ley, como lo demuestra el caso de Silvia Gette (Haciendo la salvedad que en el caso de Gette, estamos hablando de una universidad privada); hace unas semanas, se realizó la elección de rector de la Universidad de Antioquia, un proceso que si bien pasó inadvertido en gran medida, debería activar algunas alarmas. ¿Por qué?

En los días previos a la elección, el gobernador del departamento, Sergio Fajardo hizo una activa campaña a través de redes sociales en la que sin ninguna sutileza, dejaba en claro su preferencia por Mauricio Alviar, quien a la postre sería elegido en el cargo, La discusión, en este caso, no viene alrededor de las credenciales académicas de Alviar en el cargo o de sus intenciones hacia la universidad, mas exactamente, viene alrededor del por qué esta presión por parte de la gobernación pasó inadvertida del radar de la opinión pública, aun cuando constituye una injerencia inapropiada e inquietante de la gobernación sobre una institución educativa.

Un primer intento de respuesta puede venir alrededor de la figura misma del gobernador Fajardo. A lo largo de su administración, Fajardo ha estructurado un discurso que pone a la educación como bandera de su gobierno, yendo desde el eslogan de ‘Antioquia la mas educada’ pasando por menciones a los estudiantes de los colegios del departamento y un cubrimiento mediático masivo a la ejecución de políticas educativas en Antioquia. Sin embargo, al mirar el tema con más detenimiento, aparecen puntos que llaman la atención, esencialmente, la baja capacidad de comprobación que tienen las afirmaciones que realiza constantemente el gobernador sobre el desempeño de los estudiantes del departamento con respecto a sus contrapartes de otras regiones del país, afirmaciones las cuales, nunca han sido validadas por parte de Fajardo a través de resultados de pruebas estandarizadas, lo cual hace que dichas afirmaciones sean simples cuentos carentes de validez, de hecho, la evidencia estadística sugiere que no hay mucha diferencia entre Antioquia y regiones como el Distrito Capital a la hora de ver el desempeño en pruebas Saber 11.

Podría decirse que en este caso, Fajardo actúa como una suerte de culebrero de la educación (Para usar la figura tan popular en Antioquia), usando palabras bonitas y afirmaciones rimbombantes que a la hora de la verdad no dicen nada. Mas allá de esto, que ya de por si es bastante inquietante, está el hecho que este discurso no hace mas que ocultar el hecho que está, de manera activa y poco sutil, ejerciendo injerencia sobre los asuntos de la universidad, haciendo pasar intereses políticos como intereses educativos, haciendo patente, una vez más, la necesidad de una separación entre las políticas en educación y la interferencia de la política en la educación, para lograr calidad en el tema.

 

Estoy consciente que hacerse publicidad a si mismo puede ser un poco grosero, pero quisiera invitarlos este jueves 12 a las 6:30 P.M. a la primera edición de Zona de Tolerancia. Un espacio de debate que tendrá lugar en Casa 9*69 (Carrera 9 número 69-07) en Bogotá. Hablaré junto a Carolina Sanín, Richard Tamayo y César Mario Gómez sobre las implicaciones de Ser Pilo Paga.