Tomando en cuenta el propósito evaluativo del día, resulta pertinente y apropiado preguntarse sobre la efectividad que tuvo el Día E, la jornada propuesta por el Ministerio de Educación Nacional para que las instituciones educativas elaboraran un plan de acción a partir de los resultados obtenidos en el nuevo Índice Sintético de Calidad Educativa (ISCE) desarrollado por el Ministerio de Educación Nacional. ¿Sirvió de algo?

Un primer paso en esta valoración de su impacto viene a través de la acogida que tuvo la iniciativa en distintos sectores. Llama la atención que, de parte de la opinión pública representada en los padres de familia, la principal objeción estuviera relacionada con la famosa frase ‘¿Y ahora que vamos a hacer con los niños?’ Si bien podría interpretarse como una manifestación mas de la odiosa idea del colegio como un parqueadero de niños, también es representativa de una implementación muy rápida de la iniciativa sin mucha preparación, una impresión compartida por directivos docentes de distintos contextos cuando se les preguntó sobre sus opiniones ante la jornada, quienes, admiten que la implementación del día, si bien intempestiva y poco consultada, resulta necesaria dentro de la búsqueda por un mejoramiento de la calidad educativa.

Hablando de los resultados por si mismos, resulta de alguna manera alentador que no se esperaran puntajes muy altos en el índice, esto sugiere una actitud realista frente a la situación de la calidad educativa en el país; la pregunta que queda en el aire, mas bien, es por qué se presentan estos puntajes tan bajos en algunas regiones, sobre todo en la región caribe, con municipios como Lorica, Uribia, o Ciénaga, que a duras penas superan la marca del 3.5 (Sobre 10), una pregunta que, tomando en cuenta las cuantías que se invierten por parte de los departamentos de la región en educación, plantea serias dudas sobre la eficiencia de dicha inversión; también resulta alarmante como las regiones de la periferia (Amazonía, por ejemplo), presentan diferencias significativas con respecto a la región andina en otro ejemplo de la desordenada descentralización que ha acompañado la ejecución de políticas públicas en el país.

Una de las conclusiones mas importantes que deja esta jornada, como lo evidenció la discusión dada en el espacio de Hora 20 el pasado lunes, tiene que ver con una adecuada socialización por parte del Ministerio de Educación alrededor de lo que implica dicho índice. Resulta fácil hablar de puntajes porque, a fin de cuentas, son mediáticos y fáciles de presentar, pero resulta mucho mas constructivo hacer una divulgación clara sobre los criterios que son evaluados de tal manera que, a la hora de valorar la calidad de las prácticas de una institución, entidades y padres de familia tengan un criterio que va mas allá de ‘Sacó 6 en calidad educativa’; por otro lado, cabe preguntarse sobre la efectividad de la ‘Desobediencia civil’ propuesta por FECODE… Mas allá de que tantos docentes participaron en dicha iniciativa, ¿Fue realmente efectiva? ¿La construcción de una evaluación efectiva de la calidad educativa se logra a través de una actitud cerrada al diálogo y abiertamente hostil? La respuesta a ambas preguntas es un no.