El pasado 07 de julio, se cumplieron dos meses de la firma del acuerdo que le puso fin al paro docente que arrancó el 22 de abril de este año. Ese mismo día, FECODE, cursó una carta que plantea una situación preocupante, y preguntas inquietantes.

En la carta, cursada ante la Presidencia de la República, el Ministerio de Trabajo, la Defensoría del Pueblo y hasta la Procuraduría general de la nación, pone de manifiesto la inconformidad ante lo que se percibe como una falta de avance en los acuerdos con los cuales el gobierno nacional conjuró la movilización docente de ese entonces, especialmente en los relacionados con la reestructuración del proceso de evaluación docente, y la ausencia de una comisión de seguimiento al cumplimiento de los acuerdos pactados. Lo mas preocupante de la situación es la advertencia que hace FECODE en la que, de llegar a ser necesario, volverían a ‘declarar en estado de alerta el magisterio y prepararnos para nuevas acciones de movilización’ lo que, en un lenguaje menos eufemístico, se convierte en una amenaza de paro; en ese sentido, cabe preguntarse que tan plausible es esta amenaza.

Como se comentó en este espacio al revisar el estado de cosas con la firma de los acuerdos, la credibilidad del gobierno, y mas exactamente de la ministra de educación Gina Parody está en un punto bajísimo, el cual, tomando en cuenta el ambiente nacional de insatisfacción frente al gobierno puede hacerle creer a FECODE que tiene el suficiente impulso para convocar un paro por segunda ocasión en el mismo año. Así mismo, el contexto regional, con un paro docente en México que logró llevar decisiones ya tomadas a los tribunales, y uno en Chile que ya le costó la cabeza a un ministro de educación y que solo hasta después de un mes tiene cara de ver la luz al final del túnel también alimenta las intenciones del sindicato docente. Sin embargo, si bien FECODE crea tener apoyo, quizá ese apoyo no sea tan fuerte al final de cuentas. Resulta claro que los padres de familia, si bien simpatizan con las demandas docentes, quizá sientan que en esta ocasión, un segundo paro no sea tan conveniente, por otro lado, los mismos docentes de base pueden no estar dispuestos a salir a las calles en virtud de la percepción ampliamente difundida de una traición por parte de la junta directiva de FECODE a sus demandas.

Mas allá de esta posibilidad reducida pero real de un paro docente, queda claro el hecho que es necesario replantear el diálogo alrededor de la calidad educativa en Colombia, la cual se encuentra íntimamente relacionada con las demandas del magisterio. Un replanteamiento que debe ser realizado desde una nueva postura por parte de los involucrados, los cuales deben entender (Especialmente FECODE) que un dialogo de esta naturaleza no puede ser pensado en términos de ‘Que le saco al otro’ sino en términos de ‘Que tengo que hacer para lograr las metas propuestas y que recibo a cambio’