A lo largo del presente año, el Ministerio de Educación Nacional ha realizado una serie de esfuerzos para establecer mediciones estandarizadas de la calidad educativa en Colombia. A nivel de la educación primaria, secundaria y media, el Día E (Marcado por la coyuntura del paro docente) se convirtió en el intento de realizar dicha medición en esos niveles educativos, mientras que en lo referente a la educación superior, el Modelo de Indicadores del Desempeño de la Educación (MIDE), presentado durante el curso de la semana pasada, plantea bastantes inquietudes sobre su idoneidad e incluso, necesidad, al mismo tiempo que los resultados del indicador dan pie a observaciones preocupantes.

Como sugiere Alejandro Ome, resulta necesario preguntarse por la necesidad de un modelo como este cuando el mercado laboral es el primer indicador de la calidad universitaria dependiendo de la carrera, como lo puede ser por ejemplo la reputación de la Universidad Externado con su programa de Derecho, pero que sin embargo en la lista publicada ocupa el lugar número 15. Por otro lado, cuando se revisan los criterios implementados en la construcción del modelo, si bien son metodológicamente pertinentes, hay que tomar en cuenta que al ser aplicados en Colombia, su efectividad resulta de difícil curso. Lo que probablemente es el ejemplo mas claro es la dimensión de la investigación, la cual incluye publicación de artículos, cantidad de citaciones e investigadores, patentes y obras de arte. Se han conocido, desde hace mucho tiempo, los fallos que ha tenido Colciencias en su gestión a la hora de promocionar la investigación en Colombia, fallos que pasan desde las demoras en los giros a sus becarios (Lo que es particularmente nocivo cuando estos se encuentran radicados en el exterior), junto a programas como Es Tiempo de Volver que resultaron altamente perjudiciales para los investigadores que hicieron esa apuesta y, finalmente, los cuestionamientos que se han hecho al sistema de la entidad para promover y clasificar los grupos de investigación, lo que ha llevado a que grupos de investigación de universidades como la Universidad Nacional de Colombia opten por desvincularse de dichas clasificaciones ante lo que ellos perciben como un sistema que en ningún momento cumple con su objetivo de promover la investigación de calidad. Así mismo, la implementación del criterio de las patentes, si bien es altamente pertinente, resulta un poco problemático cuando llevar a cabo este proceso en Colombia es particularmente lento y dispendioso, por lo que cabe preguntarse si, dentro del contexto colombiano, puede ser realmente considerado como una medida de la calidad de una institución de educación superior.

¿Cuestionamientos como los acá presentados significan que debieran abandonarse iniciativas como esta? Para nada. La medición de la calidad educativa es un paso crucial en el aseguramiento de la misma, sin embargo, resulta evidente que tal y como está estructurada en este momento, MIDE plantea mas preguntas que respuestas, y quizá requiera un rediseño para que cumpla sus propósitos.