La serie de entradas sobre las propuestas en el campo educativo de los candidatos a la alcaldía mayor de Bogotá está llegando progresivamente a su recta final, siendo el protagonista de esta entrada Rafael Pardo, candidato apoyado por la Unidad Nacional de gobierno.
Los puntos de gobierno de Pardo, que pueden ser consultados en este vínculo, tienen aspectos que se han visto en propuestas de otros candidatos, siendo el primero de ellos el que tiene que ver con la atención a primera infancia; en esta área llama la atención que contemple un modelo que va mas allá del tercer año de educación preescolar y contemple articulación con entidades como la Secretaría de Integración Social. Si bien reconoce la necesidad de un incremento en la infraestructura que garantice la cobertura de la población beneficiaria, la falta de metas plausibles al respecto le quita dientes a la propuesta y deja al elector sin tener una idea clara sobre su plausibilidad.
Otro punto discursivo en común entre Pardo y otros candidatos tiene que ver con la cobertura educativa. Argumentando un déficit en la demanda de cupos, propone un trabajo desde las Direcciones Locales de Educación para aumentar las tasas de cobertura, el cual, si llega a darse, debe tener en cuenta las causas de ese déficit en la demanda de cupos en la ciudad y mas importante aun, entender como está distribuido ese déficit de tal manera que pueda ser atendido de la manera mas eficiente. No tiene sentido tener un superavit de instituciones en localidades de baja demanda (Como Chapinero) cuando otras como Bosa necesitan esas aulas para evitar sobrecupos en los colegios que se encuentran ubicados en esa localidad. Llama la atención el punto relacionado con los incentivos y acompañamientos a las instituciones educativas basados en su desempeño en pruebas estandarizadas, iniciativa que ya ha sido anunciada y pone de manifiesto una vez mas la deliberada y dañina desconexión entre distrito y nación en temas de política educativa.
Si bien Pardo aborda el tema de la calidad docente, lo hace de la forma menos original y menos efectiva posible, recurriendo al cacareado recurso de la formación en posgrados para los docentes, la cual, si bien es bienvenida, no es una garantía de mejora en la calidad, como lo demuestra la evidencia investigativa a lo largo de los años, algo que es medianamente remediado por su propuesta de un centro de innovación y desarrollo de proyectos de aula que tiene mas efectividad inmediata que una maestría de dos años o un doctorado de 4; esta falta de originalidad y efectividad en propuestas también se ve en las iniciativas relacionadas con aumento de becas para educación superior, cuando el aumento de la oferta en educación técnica y tecnológica es mas efectivo para garantizar formación en los egresados de la educación media.
A pesar de algunos puntos interesantes, la propuesta de Pardo presenta observaciones no muy distintas a las de sus contrincantes y que si bien identifica necesidades pertinentes, presenta soluciones genéricas.