De acuerdo con un informe publicado por el Banco Mundial y divulgado por la revista Semana, de los 6,3 millones de jóvenes que hacen parte de la fuerza laboral del país, 1,3 millones no están trabajando, cifra que ya de por sí es bastante preocupante y lo es aún más cuando se tiene en cuenta que en el mundo, de acuerdo a la OIT, 75 millones de jóvenes ni estudian ni trabajan. Esta población es conocida como NiNi en español y NEET en inglés (Not in Education, Employment or Training). El caso colombiano, plantea preguntas sobre sus consecuencias y lo más importante, sobre sus orígenes.
Como sugiere el artículo de Semana, la existencia de un grupo considerable de Ninis en la población plantea retos relacionados con el desarrollo económico del país. De acuerdo al estudio publicado por el CEDE de la Universidad de los Andes, la población pobre se ve particularmente afectada por el fenómeno, lo que tiene implicaciones significativas sobre las posibilidades de estos jóvenes de escapar de los ciclos de pobreza en los que se encuentran en la medida que no ingresan a la fuerza laboral. Así mismo, el hecho que se encuentren en desocupación hace particularmente vulnerable a esta población debido al efecto que tiene la no entrada a la fuerza laboral sobre su percepción de utilidad, aumentando los riesgos sobre su salud mental, lo que conjugado con una serie de factores como el acceso a servicios de salud mental y los estigmas asociados a los mismos aumenta la probabilidad de trastornos de dependencia al alcohol y otras sustancias psicoactivas. Esta situación se une al efecto de estos Ninis sobre la economía nacional, haciendo aún más problemática una situación que ya por sí enciende bastantes alarmas.
Si bien puede resultar tentador equiparar a los Ninis colombianos con fenómenos similares como los hikikomori (引きこもり) japoneses, el caso colombiano tiene sus propias dinámicas de origen. Mientras que los orígenes del fenómeno japonés están ahincados en aspectos socioculturales y de la idiosincrasia japonesa, una propuesta de explicación al caso de los Ninis colombianos se puede encontrar en la prevalencia del fenómeno en la población pobre antes mencionada. Partiendo del hecho de la educación pública como principal proveedor de preparación para los jóvenes de estratos bajos, se puede formular una hipótesis alrededor de la incapacidad de estos para ingresar a la fuerza laboral con la preparación recibida en la educación media. Cabe preguntarse sobre la pertinencia del currículo de la educación media en sus distintos caracteres (académico y vocacional) para formar bachilleres que puedan ser contratados al terminar la educación media.
Es una discusión que tiene que ver con el desarrollo de habilidades suaves que permitan la empleabilidad de los graduados de la media y que no se relacionan con saberes específicos sino con habilidades de lectoescritura y matemáticas apropiadas junto con habilidades sociales que le permitan a los graduados navegar los espacios de trabajo de manera apropiada (manejo de la frustración, relaciones con pares y superiores). Así mismo, debe ser una discusión que convoque al sector público y privado a la hora de construir un currículo en la educación media pertinente y apropiado para resolver una problemática que puede convertirse en una bomba de tiempo en distintos niveles.