La semana pasada se conmemoró de distintas maneras el día internacional de las mujeres en los campos STEM (Science, Technology, Engineering and Mathematics – Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas), por otro lado, un estudio conducido en GitHub reveló que las mujeres tienden a ser mejores escribiendo código que los hombres pero dicha ventaja no es reconocida, una situación que plantea solo uno de los muchos retos que afrontan las mujeres en los campos previamente mencionados en virtud del género. Si bien estos retos se encuentran relacionados con sesgos estructurales en la sociedad, no resulta descabellado suponer que la escuela puede hacer algo al respecto, la pregunta es, ¿qué puede hacer?
Cuando uno le pregunta a un ingeniero de cualquier campo cuántas mujeres había en las clases de su universidad, le responderá con una cifra particularmente baja (en algunos casos, cero). De la misma manera, si se le formula la misma pregunta a un psicólogo, responderá con una cifra también razonablemente baja (como graduado de psicología, puedo dar fe de ello). Por otro lado, las áreas de primaria de los colegios tienen una representación predominantemente femenina y ni se diga de las aulas de preescolar, mientras que en la educación secundaria y media, donde hay una mayor especificidad en las áreas curriculares, empieza a aumentar la presencia de hombres en las aulas como docentes. Y es en este fenómeno donde podemos empezar a encontrar pistas que permitan resolver el problema. Existe una tendencia a asociar ciertas carreras como ‘de hombres’ o ‘de mujeres’; en esa asociación, se ha terminado por pensar que campos como la ingeniería o las ciencias son para hombres y que las mujeres van a tener problemas en ellos, y es mejor dejarlas en carreras consideradas suaves; todo aquel que ha puesto pie en un salón de primaria habrá notado que las niñas suelen ser más cuidadosas del seguimiento de instrucciones y el cumplimiento de metas mientras que los niños le conceden una mayor importancia al resultado independientemente del procedimiento, siendo este rasgo de respecto a los procedimientos fundamental en el desarrollo de un rigor científico que prepare a quienes tienen un interés en los campos STEM.
Es aquí cuando entra en juego la capacidad de los docentes de dejar a un lado preconcepciones anticuadas sobre el efecto del género en la aptitud de niños y niñas para determinadas carreras, para asumir un rol como promotores de esos intereses para lograr una mayor representatividad y acceso de las mujeres en el campo científico.