La semana pasada terminó con el anuncio, por parte del presidente Juan Manuel Santos, y de la ministra de educación, Yaneth Giha, del avance presentado por los estudiantes del país en los resultados de las pruebas SABER que se le aplica a los grados 3, 5 y 9 de la educación básica primaria y secundaria. Estos resultados, que evalúan las competencias de los estudiantes en las áreas de lenguaje y matemáticas, plantean preguntas interesantes y desafíos a ser tomados en cuenta cuando son analizadas con más cuidado.
Los resultados, sintetizados en este documento por el ICFES, muestran algunas dinámicas interesantes dentro de los resultados de los colegios del sector oficial. En primer lugar, se puede observar que el periodo de tiempo entre 2015-2016 muestra una mejora estadísticamente notable en los promedios nacionales de las dos áreas evaluadas por parte de los tres grados evaluados con respecto a los anteriores; sin embargo, llama la atención el hecho que, con respecto a los grados quinto y noveno, el tercer grado es el que presenta la mayor regularidad (11 puntos en matemáticas y lenguaje), mientras que en el caso del quinto grado, la mejora de lenguaje es más del triple que la de matemáticas (17 puntos frente a 5), y para los estudiantes del noveno grado, la mejora en matemáticas es superior a la de lenguaje (20 puntos frente a 6).
Por otro lado, al tener los datos entre 2012 y 2016, es posible establecer ciertas dinámicas de desempeño a lo largo del tiempo. Por ejemplo, si un estudiante estaba cursando el grado noveno en 2016, entonces (asumiendo que no haya repetido algún grado), estaba cursando el quinto grado para 2012. De acuerdo a los datos presentados, esto quiere decir que en ese periodo de tiempo, esa población de estudiantes ha tenido una mejora de 7 puntos en su desempeño de lenguaje (291 a 298), mientras que en matemáticas el desempeño ha mejorado en 19 puntos (284 a 303), con diferencias entre áreas de siete puntos en 2012, y de cinco puntos en 2016; llama la atención el hecho que mientras en 2012 la diferencia estaba a favor de lenguaje, en 2016 lo esté a favor de matemáticas. En el caso de los estudiantes que cursaron el quinto grado en 2016 y que estaban en tercer grado en 2014, las tendencias adquieren matices distintos. En 2014, la diferencia entre ambas áreas (lenguaje y matemáticas), era de ocho puntos (297-289), mientras que en 2016, es de siete puntos (303-296).
La comparación entre las dos cohortes hace pensar que las brechas de desempeño entre áreas se han venido cerrando, lo que plantea la pregunta sobre que es lo que se ha venido haciendo para lograr tanto el cierre de brechas, como el incremento en desempeños por área. En los últimos años, el programa Todos a Aprender (PTA), que busca un mejoramiento de la calidad educativa en básica primaria a través del desarrollo del conocimiento disciplinar de los docentes en matemáticas y lenguaje, junto con la presentación de prácticas de aula que pueden ser implementadas por los docentes en su labor diaria. El hecho que las entidades territoriales que mostraron más mejoras incluyen regiones que se encuentran en la periferia, que tradicionalmente han tenido pobres desempeños, y que están en el área de influencia del PTA, hace pensar que el programa ha tenido un grado de efectividad en el cumplimiento de sus objetivos de mejora en la calidad educativa; por eso mismo, es necesario que el MEN empiece a pensar en la necesidad y la viabilidad de extender el programa a la educación secundaria para que lo logrado con los niños de la básica primaria no sea en balde. Así mismo, cabe preguntarse por la posibilidad de implementar la prueba en el séptimo grado, para tener una idea más clara del estado en el que se encuentran los niños en la etapa inicial de la educación básica secundaria, una vez han completado el sexto grado, curso el cual ha tenido altos niveles de repitencia, históricamente hablando.
Estos resultados, altamente positivos, son, de una manera, más importantes que la mejora en los resultados de las pruebas PISA, por cuanto esta mejora en el desempeño de las pruebas SABER sugiere un proceso en el tiempo que ha redundado en la mejora de las competencias de los estudiantes colombianos. Como suele suceder en estos casos, deben ser tenidos en cuenta no como una meta, sino como un punto de partida para logros superiores que apunten a la mejora real de la calidad educativa del país.