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Javier Prieto Tristancho – @japritri
Sí, así como lo leen: lo hubiera hecho -como lo hizo el gobierno-, poniéndole la

cara a todos y, además, estando completamente seguro de que tomé la decisión
correcta después de que el Consejo de Estado le redujera la asignación salarial
a los congresistas. Lo haría por dos razones: la primera, la aburrida, de
carácter legal y de finanzas públicas y la segunda, la que los hará sentirse
mal, de carácter gerencial y motivacional.

 

Razón 1 (la aburrida). La ley 4 de 1992, en su artículo 15, establece que las
asignación salarial de funcionarios como Magistrados de altas Cortes, Fiscal,
Procurador, Contralor y otros no pueden superar la asignación que un
congresista perciba mensualmente. Por esta razón no es posible, legalmente, que
los sueldos de los congresistas sean disminuidos en casi ocho millones de
pesos, porque ni a éstos ni a los altos funcionarios nombrados en el artículo
15 de esta ley (y algunos de sus subalternos) se les pueden desmejorar las
condiciones laborales. Como tampoco se las pueden desmejorar a usted o a mí.

 

De esta razón se desprende una consecuencia fiscal importante, la cual es la
inminencia de miles de demandas laborales en contra del Estado que estarían en
un 99 % perdidas por la alteración de las condiciones laborales de los
funcionarios afectados. Estas miles de demandas conllevarían, en unos dos o
tres años, a sendas condenas en contra del Estado y, entonces, el presidente de
turno (si no es el mismo de ahora) culparía de esta pérdida al gobierno Santos.

 

Razón 2 (la que los hará sentirse mal). En este país, aunque muchos no lo creamos,

hay un muchísima gente que gana más que los congresistas: la mayoría de esta
gente se encuentra en equipos de fútbol, cervecerías, firmas de abogados, EPS,
consultoras de riesgos, aseguradoras, Claro, bancos, constructoras, medios de
comunicación, etc., por eso bajarle el salario a estos funcionarios públicos no
va a generar que Colombia deje de ser menos desigual.

 

Sin embargo, ustedes dirán que por lo menos estas empresas son privadas y sus
sueldos no los paga el Estado, lo que es cierto; pero, por esto mismo, si
alguien que tiene un cargo directivo dentro de una empresa privada puede ganar
más de veinte millones de pesos, ¿por qué alguien que tiene como función
principal representar a los ciudadanos frente al Estado no lo puede hacer?
¡Claro! Porque son corruptos, perezosos, ‘ausentistas’, malas personas,
lagartos, convenientes, etc. Pues puede que sí, pero les tengo una mala
noticia: ustedes y yo los elegimos, así que si están allá es porque, de una u
otra forma, nosotros votamos por ellos, así hayamos votado por uno que asiste o
por uno que nunca va; por uno que no nos acordamos o por uno que vemos con
frecuencia o, peor aún, no votamos por ninguno dejando que otros eligieran a
nuestros representantes.

 

Si supiéramos elegir más de 260 congresistas estudiosos (sin necesidad de que sean
profesionales), dedicados, honestos, respetuosos de la ley, conscientes de que
en el Congreso no van a construir vías y por eso no las prometen en campaña; sí
pudiéramos elegir bien, estoy seguro que no nos parecería exagerado que estas
personas se ganaran lo que se ganan, porque tienen la inmensa y para nada fácil
labor de representarnos y defender nuestros derechos.

 

Dije que esta razón tenía tanto carácter gerencial como motivacional, pero no
exclusivamente en el sentido de que al congresista se le debe pagar bien para
que trabaje bien, sino, más bien, en el sentido de que si se le paga bien a una
persona que tenemos la capacidad de elegir, como consecuencia deberíamos elegir
bien, porque lo gerencial de una empresa vincula desde el gerente hasta el
último empleado y porque estas decisiones son las que hacen motivar los
empleados a que tomen las mejores decisiones, en este caso, siendo nosotros los
que ’empleados’ de Colombia, a que votemos informados.

 

Con respecto a los otros cargos a los que se les restableció el sueldo está, por
ejemplo, el caso del Procurador General quien constitucionalmente (art. 275 y
siguientes) tiene funciones increíblemente complicadas y, adicionalmente, tiene
que cumplir con requisitos personales y profesionales, que hacen del cargo un
verdadero chicharrón para quien lo quiera asumir. Este cargo iba a verse
perjudicado por la disminución del salario de tal forma que el Procurador
General terminaría ganándose -aproximadamente- 14 millones de pesos, que es lo
que se puede ganar un abogado asesor de empresa privada por un concepto que
elabora en una semana (si no cobra muy caro). Sin embargo, llegamos al mismo
punto, ¿quién elige al Procurador? El Senado.

 

Así que todo tiene sentido: la justicia de estos sueldos depende de qué tan bien
sepa usted elegir a quien se los termina embolsillando. Entonces, ¿ya pensó si
quiere que los de siempre se ganen estos millones? O va a votar por alguien que
de verdad se merezca esa platica.

 

Añadidura

 

Después de exponer estas razones (modestamente suficientes) tengo que referirme al papel
que están jugando los medios de comunicación y algunos ‘periodistas’. Como la
mayoría de las veces los medios cometieron -intencionalmente- el error de
desinformar, pues, frente al movimiento social que generó esta noticia, éstos
no corrieron a informar cuál era el fondo del asunto, sino que, por el
contrario, promovieron el contenido viral que rotó por las redes sociales en
estos dos días. El ejemplo específico, el martes en RCN Radio el Presidente del
Consejo de Estado explicó los alcances del fallo, que se les salió de las
manos, y, posteriormente, el Ministro de Hacienda comunicó los fundamentos de
la decisión y ningún periodista la objetó. No obstante, como la noticia fue más
fuerte el miércoles, estos mismos periodistas se comunicaron con el H.S. Camilo
Romero, quien criticó la decisión del Gobierno, pero nunca mencionó el posible
detrimento patrimonial que se ocasionaría de no haberse tomado esta decisión y,
para mi sorpresa, nadie le preguntó por esta circunstancia, por lo cual para la
audiencia quedó la sensación de que el decreto era inconveniente.

 

El mismo reproche se la hago a Gustavo Bolívar, quien publicó sus declaraciones
como “Las infamias de Juan Manuel Santos”, desinformando de una forma populista
a sus lectores sin contextualizar el asunto. Esta es una gran infamia del ‘periodista’
Bolívar; me imagino que Pirry el domingo hará lo propio.

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Son un grupo de jóvenes que dan su visión particular sobre el acontecer político, cultural y social ante todo tratando de generar una reflexión critica.

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Hay algo en el tiempo tiene algo que llama la atención; algo que es curioso, que es extraño. Por ahora, pongamos en claro que no me refiero al periódico.

La velocidad a la que las cosas pasan le ha dado qué pensar a buena parte de la humanidad durante siglos. Y del último, quiero decir, de los últimos años que hemos vivido, tenemos una buena cantidad de ideas y teorías sobre qué es en realidad y cómo se comporta este... no creo que pueda llamarlo 'objeto'.

Hablaba estos días con un amigo (se llama Diego) de nuestra actual necesidad de 'crear' algo de tiempo para hacer todo lo que tenemos que hacer, y estuvimos un buen rato conversando sobre la cantidad de formas en las que se ha visto y representado el tiempo en el cine y la televisión. Yo creo que es la naturaleza intangible del tiempo la que lo hace tan interesante, porque es algo que todos vivimos y no podemos negar, pero que no podemos explicar o modificar, por lo menos en apariencia. Y es ahí cuando la mente humana empieza a imaginar nuevos límites, y a formular nuevas preguntas. ¿Corre siempre el tiempo a la misma velocidad? Y, ¿qué pasaría si pudiéramos controlar esa velocidad? Entonces tendríamos dos opciones; bajar esa velocidad (que es externa) reduciendo la nuestra también (que es lo que se obtiene con las cámaras de alta velocidad) o disminuir esa velocidad de lo que sucede afuera, pero manteniendo nuestra percepción a la misma velocidad inicial.

Una percepción alterada.

Hoy en día es sorprendemente sencillo encontrar videos grabados en super-alta velocidad, y verlos de manera, digamos, 'normal'. Éste me pareció interesantemente conmovedor:



No sé ustedes, pero ahora que veo estos videos pienso que son muchas las cosas que suceden en lo que, para nosotros, son apenas unos instantes. ¿Vieron como se desprendía la cáscara de la manzana y de la patilla, lentamente, en forma de estrella? Es claro que algo así no se nota simplemente tomando una fruta y dándole un balazo, sino que es necesario tener un equipo especializado que permita capturar un instante de tiempo y analizarlo más a fondo, a pasos más cortos, y más lentos. Un instante de tiempo es algo infinito, pero 'superable', tal y como se puede ir del punto A al punto B pasando por el que está en medio del que está en medio de ellos dos, y así sucesivamente.

Sí, yo creo que nos perdemos de mucho. Aunque quizás los árboles y las tortugas sientan lo mismo al vernos a nosotros, los humanos; quizás para ellos el mundo que habitamos (que es el mismo) es mucho más frenético de lo que a nosotros nos parece.

En la ficción hay demasiados ejemplos sobre la manipulación del tiempo. ¿Le dice algo el nombre "Back to the future"? Aunque no soy de esa época, sé que fue (y sigue siendo) prácticamente una película de culto, tanto que hoy en día sigue transmitiéndose por televisión y vendiendo DVDs en los almacenes. Si no recuerda muy bien, querido lector, le refresco la memoria; el Doc y el joven Marty dan vueltas en el tiempo, solucionando un par de problemas aquí y creando otros tres por allá, hasta que finalmente los personajes aprenden que es mejor no intentar enredar las complejas hebras de este tejido inmenso, y deciden dejar las cosas como están, luego de 'arreglarlas'. Aunque, claro, al final el Doc mantiene su máquina del tiempo. Un famoso DeLorean modificado que le permite moverse a voluntad entre años distintos, sin alterar la velocidad de lo que sucede pero permitiéndole modificar situaciones e interactuar con la gente. Aquí es cuando el Doc logra su objetivo:



"¿Qué te dije? ¡88 millas por hora!"

En fin.

Personalmente, uno de los manejos del tiempo que me ha parecido más interesante es el de la película del 2006, Déjà vu, dirigida por Tony Scott. Lo más original en ella, a mi parecer, es un punto de vista más realista de todo el asunto. No es que vendan máquinas del tiempo en los supermercados (y la de esta película no es del todo una máquina del tiempo), pero, por ejemplo, todo el aparato es complejo, difícil de manejar y presenta algunos problemas en su funcionamiento. Y la manera en que funciona, la forma en la que se explica cómo funciona, me recordó algún libro de Julio Verne; usan conceptos científicos que no son del alcance de todos, que (aunque seguramente harán que más de un catedrático se revuelque en su tumba) crean una explicación sostenible para el espectador promedio, usted y yo.



A mí me gustó. De pronto a ustedes, si la ven o la han visto, también.

Es claro que en la literatura también hay muchos ejemplos. Justo ahora recuerdo uno de los que más me marcó, por tener el mismo toque semi científico que decía antes. Es un relato de H.G. Wells, que pueden leer aquí. Se llama "El nuevo acelerador", y no hay una máquina del tiempo; el efecto de pérdida de la velocidad se logra con medios que suenan mucho más comunes. No les quiero contar más, por si lo van a leer.

Sea lo que sea que explique la naturaleza del tiempo, supongo que siempre será un misterio para nosotros. Nos queda imaginar de qué está hecho, de dónde viene, y una vez más, maravillarnos por las casi infinitas posibilidades que ofrece. Entonces, una vez más, uno se pregunta: posibilidades infinitas, pero, ¿reales?

¿Hay forma de saberlo?


dancastell89@gmail.com

PD: Aunque no tiene que ver, vi ahora que tenía este enlace guardado en los marcadores desde hace mucho. Me parece terrible que la gente haga eso. Espero que, luego de lo que pasó, los responsables y todos los demás entiendan que los servicios de emergencia son para quien los necesite, y no para hacer bromas.

La gente se puede morir por eso.

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