Por: María Andrea Rojas

Lo primero que pienso cuando me remito al Cauca, en especial al norte del departamento, es su territorio enclavado entre pequeñas montañas, su vasto río Cauca y la calidez y sencillez de sus pobladores de razas diversas que lo hacen tan único. Jamás pensé que iba a desarrollar por este departamento un gran afecto que llevaré hasta el final de mi existencia. Los paisajes y recuerdos vividos son tintas indelebles en el alma que no se borran con el tiempo; si no que están ahí para recordarnos nuestro paso por la vida en cada instante, en cada momento.

La primera vez que pisé este territorio fue en la vereda la Balsa en el municipio de Buenos Aires, su población mayoritariamente afrodescendiente se ha organizado a través de consejos comunitarios, estos representan los bastiones de lucha de la comunidad negra por el reconocimiento de su territorio y sus derechos. Trabajar con ellos fue una experiencia gratificante, siempre abiertos y risueños frente al forastero, narran su historia tan fácilmente que es imposible no entender y comprender el sentido de su lucha. Sin embargo, aún queda en su relato el rasgo del desarraigo, no es extraño entender entonces, por qué, en ocasiones se les dificulta organizarse, participar sin ningún tipo de incentivo económico y su conformismo frente a las injusticas de la historia.

Entre sus pintorescos pobladores también se encuentran los campesinos mestizos y los indígenas. Los mestizos son labradores de la tierra, es la población que se ha visto mayormente afectada por la falta de acceso a tierra y al no reconocerse como etnia no reciben ningún trato especial o preferencial por parte del estado. Los indígenas son pobladores amables y cordiales abiertos a colaborar y a discutir sobre lo fundamental cada que vez que se necesite. Bendecidos por tierras fértiles siembran en sus casas la comida que nos llevábamos a nuestros hogares cada día. Entre sus principales cultivos se encuentran: el arroz, la piña, la yuca y sus hermosos cañaduzales que tanto me recuerdan a mi Valle del Cauca.

Las palabras no alcanzan a describir dla gratitud y el agradecimiento que siento hacia sus pobladores, de ellos aprendí el significado de la acción colectiva, de la cooperación, vocación de servicio, la perseverancia, la resiliencia, la esperanza y la defensa por el territorio y los derechos humanos. Esté donde esté, su recuerdo me servirá como ejemplo de lucha para seguir trabajando por la construcción de un mejor país. Y no me queda más que recomendarles a mis lectores que viajen al norte del Cauca y se den el gusto de conocer a sus pobladores y sus bellos paisajes. Hasta pronto.