En tiempos de indignaciones efímeras y opiniones ligeras, las redes sociales desempeñan un papel nefasto en la opinión pública. Cualquiera que en Twitter tenga un número considerable de seguidores puede opinar sobre cómo solucionar el mundo y  no van  a faltar quienes hagan eco de su idea, así esta peque de drástica o ridícula. Basta entrar a cualquier red social y comprobar que las opiniones políticas de muchos  se basan en  reflexiones livianas de grandes pensadores colombianos como Gustavo Bolívar, Gustavo Gómez y el infaltable Vladdo, cuyas agudas críticas de tiempos mejores ahora no pasan del bostezo sostenido.

Por estos días, el noble ideal de la justicia se ha visto atropellado por voces irresponsables que desde sus trincheras virtuales arreglan el país en 140 caracteres sin detenerse en las consecuencias que sus publicaciones pueden traer. Y es que es muy fácil opinar y posar de analista cuando no hay consecuencias políticas o institucionales detrás de las palabras. Es como quien lanza una botella al mar cuando no se está naufragando o como cuando en los almuerzos familiares, el suegro resuelve los problemas del país mientras habla con la boca llena.

Particularmente, me refiero a un caso que me ha impactado mucho y que puede ser la representación por antonomasia del poder enorme de las redes sociales: A saber, la rotación de una fotografía del supuesto agresor de la perrita Muñeca, que perdió tres de sus patas cuando empleados de Aseo Capital podaban el pasto de una zona verde en Ciudad Bolívar. No sé si es que soy muy ingenuo y aún creo en la buena fe de las personas, pero me cuesta pensar que esa acción lamentable haya sido el fruto de la mente malévola de un hombre común, que de buenas a primeras se convierte en maltratador profesional.

Hasta donde sé, la empresa apartó de su cargo al empleado que se vio envuelto en el accidente y ha cubierto todos los gastos de recuperación de la perrita. Ha obrado, pienso yo, de la mejor manera posible en un caso tan absurdo y doloroso como este. Sin embargo, muchas voces virtuales han puesto en circulación la foto de un hombre de origen campesino acusándolo de ser el culpable de la mutilación de la perrita, y por supuesto, exigiendo justicia.

Me pregunto qué tan confiable puede ser esa foto. Cuál es la fuente y cuáles las evidencias en contra del retratado. Y me pregunto, más que nada, si quienes difunden la foto entre sus seguidores son conscientes del daño que pueden acarrear sus acciones.  Examino de nuevo la imagen en el buscador de Twitter y lo primero que aparece es una amenaza abierta en contra del pobre empleado anónimo: A este tipo lo veo y lo acabo, Aseo Capital queda justo al lado de mi casa. A estar pendiente de este HP” dice un tuitero que parece tan indignado como desinformado.

De igual manera, he escuchado voces que alegan una regulación exigente de agentes químicos que eventualmente puedan utilizarse como armas contra la mujer. Es fácil proponerlo pero en la práctica es bien complicado controlar la venta de más de diez mil productos de uso doméstico e industrial que incluyen, por ejemplo, la soda cáustica y muchos detergentes. Una hermosa presentadora de televisión que proponía esta solución para evitar las agresiones con ácido, llegó incluso a aseverar en Twitter que los expendedores de estos productos son tan culpables como los criminales que los utilizan contra el rostro de la otrora amada. Yo pienso que no podemos culpar a tenderos y ferreteros de las acciones criminales de unos pocos miserables. Comprendo que la atrocidad de estos actos espantosos nos mueva el piso y nos haga buscar soluciones urgentes, pero definitivamente, la respuesta no es el control de tantos productos por parte de un gobierno ineficaz que ni siquiera garantiza agua potable pasa sus ciudadanos.

Esperemos que las imprecaciones y amenazas virtuales al hombre de la foto no lleguen nunca a llevarse a cabo en la vida real, no sólo porque es muy posible que no haya tenido nada que ver con el accidente de Muñeca, sino porque la majestad de la justicia no puede forjarse tras las opiniones virtuales de quienes creen arreglar el mundo frente a su computador.

@andresburgosb