Si usted es de esos nostálgicos que se resisten a dejar morir los tradicionales juegos de aguinaldos y todavía le propone a su familia jugar “tres pies” luego de los villancicos de la Novena, tenga en cuenta que ya hay nuevas formas de entretenimiento con las que se puede evitar las también tradicionales discordias navideñas por cuenta de estos juegos trasnochados. Y por si este argumento no le bastara para pensarlo dos veces antes de jugar aguinaldos, aquí le dejo otras tres razones por las que debería superar esa nostalgia de las navidades de antaño.
Hay un desconocimiento general de las reglas para jugar aguinaldos
Nadie sabe a ciencia cierta cómo se juegan los aguinaldos. Sobre el papel, el asunto es sencillo: si estamos jugando “Al sí y al no” y yo escojo el sí y usted el no, pierde el contrincante que mencione la palabra prohibida en una conversación. Sin embargo, la cosa se complica en la práctica: ¿se vale escribiendo? ¿hasta qué punto puedo abusar de los sinónimos? ¿Si me dirijo a un tercero y mi rival me escucha violar la norma, se entiende que he perdido? Y ni qué decir de los amantes de la gramática que alegarían en su defensa que el “sí” que dijeron no era el adverbio de afirmación sino el adverbio condicional.
Si estas normas ya eras confusas hace unos años, la llegada de las nuevas tecnologías de información complica muchísimo más las cosas: ¿se puede jugar por Whatsapp? ¿pierdo si respondo con un emoticón? ¿habría que rebautizar el juego y denominarlo “Al sip y al nop” para que todos entiendan?
Ponerse a explicar estas nimiedades a una generación que prefiere la inmediatez y los juegos en línea es casi tan difícil como ganar los aguinaldos en una de esas emisoras tropicales, en las que, por cierto, no diferencian el condicional de la afirmación.
Los juegos de aguinaldos transgreden las esferas privadas y laborales.
En estos tiempos, en los que todas nuestras actuaciones están sometidas al escrutinio colectivo y hasta la más pequeña falta se convierte en un agravio contra una minoría, puede resultar impropio o sexista proponer algunos juegos de aguinaldos en la oficina.
No le quedaría nada bien a un subalterno pedirle a la jefa que jueguen “pajita en boca” ya que la polisemia podría hacerle perder algo más que el juego. De igual manera, no es recomendable apostar “el beso robado” con la secretaria, no sea que termine acusado por acoso sexual y termine en una URI.
Sumado a lo anterior, si usted es de espíritu competitivo y no sabe distinguir el ámbito laboral de los ratos de esparcimiento, seguramente su productividad en la oficina disminuirá. Por ejemplo, no es buena idea jugar a “hablar y no contestar” en pleno cierre contable o jugar “dar y no recibir” si usted es el mensajero de la empresa.
Las deudas de los aguinaldos jamás se pagan.
La premisa “las deudas de juego son deudas de honor” jamás se cumple con los aguinaldos. Si usted juega en la oficina y tiene la desdicha de ganar, se va a encontrar con que su rival va a alegar que las normas no eran claras, que no tiene tiempo para invitarle la cerveza o que no tiene efectivo por tanto regalo que hay que comprar. Luego de que vuelvan de vacaciones, la memoria le fallará e incluso va a decir que el que ganó fue él. Así que olvídese de reclamar el premio y confórmese con la victoria llana.
Si usted juega con sus familiares en el marco de una novena bailable tenga por seguro que esa plata está perdida. Saldrán a relucir jurisprudencias de otros años, nuevas normas que sólo favorecen a sus tías y pagos en especie con la comida disponible del anfitrión. Así que mejor olvídese de esa linda tradición y limítese a comer y a rezar.
@andresburgosb