Cuando abrí este blog no pensaba escribir sobre esmaltes pero creo que la ocasión lo amerita: mucho alboroto han causado los comentarios en redes sociales de mujeres indignadas con los curiosos nombres de los esmaltes de Masglo, que llevan años pintándole las uñas a las mujeres con colores que van desde el “adorable” hasta el rojo “fufurufa”.
Lo primero que hay que decir es que esos nombres no son nuevos, sino que desde hace varios años se tomaron los salones de belleza y las conversaciones de los lunes por la mañana de todo tipo de mujeres. Yo, que trabajo en un entorno femenino, puedo dar fe de que desde que esos colores empezaron a sonar por ahí, pintarse las uñas se volvió para algunas una experiencia más divertida que aplicarse un esmalte con un número de referencia.
Lo segundo, es que en esas muchas conversaciones que me ha tocado presenciar, jamás he escuchado a una mujer indignada por el nombre del esmalte que usa. Muy al contrario y para poner un ejemplo, recuerdo a una gran académica autora de un par de libros sobre el papel de las mujeres en la historia, llegar radiante a presumirle a sus amigas el rojo “fufurufa” con el que le pintaron las uñas, que según sé, es uno de los más apetecidos del catálogo de Masglo.
Así que pienso que las que se indignan por esas cosas están hilando muy fino y tienen mucho tiempo libre. De hecho, si nos ponemos rigurosos con el feminismo, bien podríamos argüir a favor de estos curiosos nombres que son una manera de reivindicar la libertad de las mujeres para escoger cómo quieren verse y con qué actitud quieren enfrentarse al mundo, sin duda, una forma de empoderamiento que rompe la idea machista -esa sí machista- de que las mujeres deben limitarse a ser o putas o santas. Además, revisando el catálogo de Masglo, también veo colores que no necesariamente agreden la dignidad femenina sino que la reivindican, como los tonos “poderosa”, “ecológica”, “enérgica”, “sofisticada”…
A mí, más que otra prueba del machismo imperante en nuestro país, me parece una excelente estrategia de mercadeo y recordación; lo que no se puede decir, por ejemplo, de los comerciales de detergentes, en donde siempre salen mujeres lavándole la ropa a los señores y de los cuales pocas se han indignado.
Twitter: @andresburgosb