La violencia machista no es un chiste ni una exageración. Es real, causa muchas muertes al año y hunde sus raíces en prácticas sociales y privadas que consideramos normales, pero que son el primer eslabón en la cadena del maltrato contra la mujer.

Aunque algunos hombres (y mujeres) se empeñen en subestimar la situación, las cifras son verdaderamente alarmantes: según Claudia Quintero, directora de la Corporación Anne frank, cuatro mujeres mueren al día en Colombia en manos de sus compañeros sentimentales. Cuatro. Eso al mes son 120 y al año 1440. Es decir, en diez años han muerto más mujeres por querer terminar una relación, por negarse a tener sexo o por una discusión marital que personas por el conflicto armado. De vez en cuando algún crimen de ese tipo se vuelve mediático, como el de anoche, y entonces nos acordamos de que estamos matando a nuestras mujeres, pero llega el fútbol y se nos olvida.

Las autoridades también subestiman la situación: llegan a las Comisarías de Familia y a las Fiscalías 332 denuncias de violencia intrafamiliar al día, casi en su totalidad se refieren a violencia del hombre contra la mujer, pero los funcionarios no ven en ello una alarma, me imagino que muchos pensarán con la misma frivolidad que los opinadores de cafetería: que son asuntos privados, que los trapos sucios se lavan en casa, que fue un asunto de tragos y así, la denuncia pasa a la anécdota y de la anécdota al olvido. Y si eso pasa con las que denuncian, imaginemos las cifras de las que no lo hacen, que son mayoría.

Qué hacer entonces: cuando la mujer no denuncia porque el miedo la cohíbe le dicen cobarde y tonta, cuando denuncia es una paranoica y las autoridades no actúan, cuando sale a protestar le dicen feminazi… ¡solo le prestamos atención cuando está muerta!

El primer paso es crear conciencia, tanto a hombres machistas como a mujeres que se sienten cómodas con ese machismo, de que hemos construido una sociedad con base en principios que someten a la mujer, y que por muchas luchas que hayan ganado ellas, la discriminación persiste y es cosa tan cotidiana que a veces ni la notamos. Por ejemplo, hace poco me enteré de que un enfermero cobra más que una enfermera por hacer el mismo trabajo domiciliario, pero ojalá fuera solo un problema de diferencias salariales: el machismo está presente por todas partes, en las iglesias, en los colegios, en los noticieros, en los boleros, en las telenovelas, en el cine, en los comerciales de detergentes, en la prédica del pastor… lo primero es verlo, visibilizarlo para después poder enfrentarlo.

Admitir que somos una sociedad profundamente machista es lo primero, pero el trabajo que sigue es arduo e imposible de conseguir sin una educación crítica y una televisión de calidad, porque implica desmontar los imaginarios con que nos hemos criado y consolidar otros que apunten a la igualdad, y ya hemos visto lo que pasa cuando a una generación de hombres machos y mujeres sumisas se les trata de cambiar su Statu quo, recuérdese, por ejemplo, el problema que hubo con las cartillas de diversidad sexual del Ministerio de Educación. Pero hay que intentarlo y prevalecer porque es la única manera en que vamos a reducir las cifras de mujeres asesinadas.

Por lo pronto, podríamos empezar por comprender que no es cordial echarle un piropo a una mujer en la calle, que no está bien decirle a su pareja cómo vestirse ni asumir que debe estar dispuesta para el sexo cuando usted quiera, que su esposa no es de su propiedad, así lo haya leído en la Biblia, que la opinión de su compañera de trabajo es tan importante como la suya y otras mil cosas que a veces hacemos sin darnos cuenta. Bueno, además de lo anterior, también podríamos dejar de mirar tanto a sus cuerpos y prestarle más atención a lo que hay en sus cabezas, escuchar lo que tienen por decir, tomar en serio sus denuncias, sus reclamos.

Si nos queda muy difícil lo anterior, bastaría al menos con que dejemos de llamar feminazis, putas o marimachas a las que no se adaptan al concepto de mujer que nos enseñó esta sociedad tan machista y abusiva.

Twitter: @andreburgosb