No está bien poner a decidir a las mayorías sobre las libertades individuales de unos pocos, parece que eso está clarísimo entre quienes nos oponemos al referendo discriminatorio de Viviane Morales, y somos vehementes porque consideramos que es lo correcto. Lo curioso es que esta misma idea pierde contundencia cuando hablamos de los toros, por ejemplo; en ese caso, sí que está bien que la mayoría se imponga y acabe con ese espectáculo tan lamentable en una eventual consulta antitaurina. Así lo he percibido en conversaciones con amigos y en redes sociales: muchos de los que se oponen al referendo por considerarlo un abuso de la democracia no le ven ningún problema a votar masivamente en contra de las corridas de toros, lo que vendría a hacer un ejercicio parecido de imposición popular.

Pienso yo que aquellos que defienden una consulta antitaurina no lo hacen porque les parezca un ejercicio democrático sino justamente por lo contrario: porque saben que la mayoría repudia las corridas de toros y tendrían una victoria fácil en las urnas. Igualito que Viviane Morales: ella aprovecha que somos una sociedad atrasada y homofóbica y sabe que, de llegar a las urnas, en su referendo ganaría la discriminación.

No está bien abusar de la democracia en ninguno de los dos casos, el primero porque es una afrenta abierta contra la Constitución, el segundo, porque los animales no son sujetos de derechos (si lo fueran no mataríamos dos millones de reses al año). Ambas iniciativas pretenden llamar ejercicio democrático a lo que no es más que la reafirmación populista de la falta de sentido crítico de los ciudadanos, que creen ejercer sus derechos cuando en realidad son instrumentos de intereses particulares.

A veces nos cuesta mucho comprender que una sociedad plural y progresista debe estar abierta a todo el mundo, incluso a los que no son plurales ni progresistas. Los rezagos de la premodernidad debemos enfrentarlos con educación, no con iniciativas populares que coarten las libertades individuales de las personas. Qué bonito sería que las corridas de toros desaparecieran porque se quedaron sin público o que no hubiera marchas contra la “ideología de género” por simple sentido común y respeto a la diferencia… para allá vamos, pienso yo, pero hay que dar los pasos con cautela y de manera coherente, porque o si no corremos el riesgo de imponer peligrosas restricciones en nombre de la democracia.

Si legislar fuera un asunto de mayorías en Colombia sería legal el accionar paramilitar, la discriminación, la Ley del Talión y la ley del más fuerte. Basta con pensar en eso para comprender que el referendo discriminatorio y la Consulta Antitaurina no son más que despropósitos populistas.

Twitter: @andresburgosb