Es un poco frustrante hablar de que una teoría de las Ciencias Sociales pueda estar de moda, como si habláramos del “Trap” o de los tenis con plataforma, más si tenemos en cuenta los grandes logros que históricamente ha tenido el movimiento feminista en el mundo y las altísimas tasas de discriminación que aún se presentan hoy, que incluyen abusos, violaciones y muertes; pero así es, el feminismo está de moda y, pese a la frustración, es una buena noticia para el mundo.
El feminismo actual, que algunos han llamado posmoderno, es una moda que cumple ya varios años, que empezó a vincular cada vez a más personas gracias a las redes sociales y se ha propagado de manera exponencial debido a campañas como las de #MeeToo. Gracias a esta moda se han vuelto a leer textos clásicos de Simone de Beauvoir, Virginia Woolf o Judith Butler, se han rescatado biografías olvidadas de mujeres valientes y se ha revitalizado la crítica literaria con perspectiva de género. Las dinámicas de poder que antes encubrían el acoso laboral y el abuso sexual ahora resultan retrógradas y dignas de denuncia, cada vez son más las mujeres empoderadas que exigen sus derechos y no están dispuestas a seguir el libreto que les dicta la religión y el heteropatriarcado.
En Colombia también ha sido un tema sensible que en los últimos años ha escalado hasta las primeras planas de los periódicos: asuntos como las leyes contra el feminicidio, la legalización del aborto, el lenguaje incluyente, la denuncia de abusos sexuales que antes permanecían en secreto y la emancipación de miles de víctimas de violencia doméstica, le han dado voz a muchas feministas que han podido empezar a expresarse abiertamente en columnas de opinión, videos de Youtube y foros universitarios, y se han sumado a voces solitarias que, como la de Florence Thomas, viene “dando lora” desde los 90. Claro, la rancia forma de pensar de un país tradicionalmente católico ha castigado con rigor a estas emprendedoras, que sufren a diario el ataque de cientos de machitos que les piden silencio y recato, so pena de ser tratadas como putas, lesbianas, gordas, feas y demás adjetivos propios de nuestra sociedad machista.
¿Que hay zonas grises en la definición de este nuevo feminismo? Por supuesto que sí, ¿que hay mucho esnobismo al interior del movimiento? Seguramente, ¿que algunas mujeres aprovechan la coyuntura para victimizarse y sacar provecho personal? Posiblemente, ¿Que algunas feministas radicalizan sus posturas hasta el punto de no permitir que ningún hombre siquiera opine sobre el asunto? Claro que sí, de hecho me ha pasado; sin embargo todas estas cuestiones son previsibles en un movimiento que apenas se construye y que abarca una multiplicidad de tendencias heterogéneas, propias de la Posmodernidad.
Con todos los reparos y las zancadillas, con todos los madrazos y los prejuicios, creo francamente que este nuevo feminismo va por buen camino y que con el pasar de los días cada vez serán más las personas que se sumen a su causa, porque es una causa noble y necesaria para que podamos dignificar al ser humano y querernos mejor.
Twitter: @andresburgosb