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Si las cosas son simples, ¿por qué no complicarlas un poco?
Este lema aplica para cualquier empresa colombiana y, por supuesto, aplica para el amor. Así como en las empresas siempre hay un emprendedor que programa reuniones inútiles en las que se asignan trabajos engorrosos, que lo único que logran es afectar la productividad y el ambiente laboral, al interior de las parejas hay un pequeño duende emprendedor que siempre está buscando la manera de complicarnos la vida. Y es que, por ideas estúpidas como que “el trabajo dignifica” y que ser productivo es estar ocupado todo el día, cuando nos encontramos sin nada que hacer sentimos que estamos perdiendo tiempo. Los griegos conocían el valor del ocio y ya sabemos lo que hicieron; los colombianos, en cambio, sentimos que el ocio es sinónimo de flojera e irresponsabilidad. Esa idea, llevada al plano amoroso, redunda en una enfermiza necesidad de reafirmación del vínculo, que en términos empresariales podría denominarse el espíritu institucional. Este espíritu institucional, definido como la idea de enaltecer antes que construir, conlleva a ciertos comportamientos que dificultan la manera en que nos relacionamos e inevitablemente terminan fracturando una relación sana.
Al igual que en las empresas, la reafirmación del vínculo de las parejas conflictivas consiste en el enaltecimiento y no en la construcción de una relación saludable. Tanta reunión y tanto informe inocuo crean en los empleados la sensación de pertenencia, de trabajo duro y de compromiso; de la misma manera, tantas salidas a cine, invitaciones a comer y celebraciones especiales nos llevan a pensar que somos felices. Esta idea, como tantas otras en asuntos de amor, es falsa.
Pero atención, no estoy queriendo decir que salir con su pareja sea malo, o que comprarle un detalle el día de aniversario sea una práctica que acabe con la relación, no; lo que quiero decir es que cada acción que emprendemos debería motivarse desde el gusto y no desde el compromiso y que a veces sólo queremos dormir, alejarnos y leer un libro en privacidad.
Si bien es cierto que el dinamismo es sinónimo de vitalidad, las parejas conflictivas suelen llevar al extremo este concepto y se olvidan de que cada cual debe tener su espacio de ocio. De esta manera, cada fin de semana se vuelve insoportable para uno u otro, pues siempre hay planes, celebraciones, invitaciones que se hacen para que el fuego no se extinga pero que logran justamente lo contrario, como cuando echamos un baldado de agua a una velita que está que se apaga.
Además de la presión por que llegue el fin de semana y usted, en lugar de descansar como se merece, tenga que ponerse a visitar a su suegra o salir a almorzar un sábado con un tráfico insoportable, también está la presión por mantener la llama encendida en la cama. El duende emprendedor del amor suele aconsejar que lo mejor en estos casos es llegar a un acuerdo sobre la frecuencia y la hora del sexo, a veces es un acuerdo tácito que se va entablando a fuerza de la costumbre; en muchos casos, por ejemplo, las parejas conflictivas suelen tener sexo en la noche, cuando por fin cada cual ha terminado su larga rutina de trabajo y de cuidado de sus hijos. Eventualmente el sexo nocturno es espectacular: cuando hay deseo y cariño no hay sensación más hermosa que hacer el amor en la noche y quedarse dormido al lado de la persona que uno ama; el problema es que vivimos en una sociedad que nos obliga a producir y generalmente por la noche estamos tan cansados que lo último que queremos es hacer cardio. El sexo entonces se vuelve zonzo, obligatorio y poco satisfactorio, peor si en su casa hay niños. El sexo pasa entonces de ser un agradable pasatiempo a un tedioso compromiso, a una bomba de tiempo que en cualquier momento puede estallar en forma de violencia familiar, infidelidades y separaciones.
Las parejas felices, al contrario de lo que usted y yo podríamos pensar, no piensan mucho en el sexo. Les parece ridículo hacer el amor de manera rutinaria, como tender la cama o cepillarse los dientes, porque comprenden que en la rutina se diluye la pasión. Muchas de estas parejas prefieren dormir en camas separadas y pueden pasar varios días, semanas incluso, sin sexo pero cuando se encuentran en la cama es como hacer el amor por primera vez, sienten cada caricia, disfrutan de su desnudez, se enamoran de nuevo.
Obviamente, con tantos memes que vemos a diario sobre la relación de pareja, tantas telenovelas y canciones que nos invitan a la toxicidad, es bien complicado comprender que a veces nos complicamos más de lo necesario y que la vida es mucho más simple de lo que creemos.
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