Este post nació en el almuerzo con mi hijo, celebrando el día del padre; antes de recogerlo, trabajé un rato y en Twitter aparecían trinos relacionados con el tema de los padres; traté de manera jocosa de describir al mío. Y luego mientras veía con mi hijo, el partido de Santa Fe, me pregunté ¿cómo me vería él?
Estoy a punto de cumplir 38 años, fui padre a los 24, y recuerdo perfectamente ese sustico al tenerlo por primera vez en los brazos. De todo sentí: ternura, amor, era increíble y aún hoy escribiendo y recordando, se me asoma la lágrima.
¿Qué tan bien estoy haciendo la tarea?
Muchas veces he sido criticado por mis allegados porque me dicen que soy demasiado estricto con mi hijo, pero al darles mis argumentos del porqué actúo así, logro convencer a algunos que solo lo hago por el bienestar de él y después de 13 años, esto empieza a dar frutos aunque me espera la etapa mas complicada.
Cuando yo era niño, la disciplina en el hogar casi siempre la ejercía mi madre porque pasaba mucho más tiempo con nosotros que somos 4 hermanos. Había una perfecta sintonía entre lo que ella ordenaba y lo que mi papá pensaba; nunca se desautorizaban, nunca polemizaban delante de nosotros, por lo tanto, sabíamos que eran un equipo como educadores de sus hijos y no vacilaban después de dar una orden, tomar una decisión u otorgar o negar un permiso.
En su momento, no entendía muchas veces el porqué de algunos castigos y aunque, en esa época, poco se podían cuestionar las decisiones de los padres, siempre me desarmaban con respuestas tajantes como:
«Cuando sea papá me va a entender»
«¡Porque lo digo YO que soy su mamá y punto!».
Muchos de los padres de hoy a veces pecan por querer ser muy amigos de sus hijos y creerse ese cuento del libre desarrollo de la personalidad. ¿Quién dijo que tenemos que ser simpáticos siempre con nuestros hijos?. Creo en la generación de padres autoritarios e hijos temerosos y no lo que se ve ahora. Y cuando hablo de autoritarios no me refiero a maltratadores, ni a padres que impongan qué debe estudiar su hijo, ni a padres sobreprotectores y que nunca permitan que sus hijos tomen riesgos y decisiones que muchas veces pueden ser equivocadas.
Ha pasado el tiempo y efectívamente ahora me doy cuenta que MI MAMA TENÍA RAZÓN; hoy agradezco las miles de veces que me dijo que no, su firmeza en las decisiones; sus castigos casi siempre merecidos; el haber luchado contra viento y marea para sacarnos adelante y haber sido una buena administradora de los pocos recursos que mi papá con mucho esfuerzo llevaba a casa. En otras palabras, le agradezco por haberme puesto límites y ejercer su autoridad.
Después de ser criado bajo ese régimen puedo decir que no estoy traumatizado, que soy un hombre de bien gracias a mis padres y que por ese buena labor que ellos hicieron. Hoy desde mi oficio puedo aportarle algo bueno a la sociedad, seguiré criando a mi hijo bajo los mismos parámetros de disciplina, respeto por las personas mayores, caballerosidad, presentación personal impecable y normas de cortesía en público y en privado.
En Twitter: @Hugoleonrojito