Con mi hermano, en el pasado partido Colombia vs Japón, teníamos una sana conversación donde debatíamos sobre qué hubiera sido de la generación del Pibe Valderrama y compañía con un técnico como Pékerman.

Entonces quise plasmar esa idea en un post para compartirlo con ustedes. Pero de pronto me quedé pensando y le dije a mi hermano, ¿y por qué no lo escribe usted que es el periodista deportivo titulado? Pues finalmente accedió y a continuación les presento el resultado de nuestro común análisis.

Tengo el gusto de presentarles a César Velandia Guzmán, discípulo de Iván Mejía, comunicador social y periodista deportivo de Inpahu, lamentablemente hincha de Millonarios y petrista (siempre hay una oveja negra en la familia).

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Ante los logros de nuestra selección en este Mundial, los muchachos se preguntan qué tan bueno fue el combinado nacional que nos llevó a  tres mundiales consecutivos, de 1990 a 1998.

Esa selección fue producto de un cambio en su época impulsado por el técnico Francisco Maturana, quien le dio una identidad y moldeó un grupo de jugadores, y si bien funcionó al principio (Carlos Valderrama fue elegido dos veces el mejor jugador de América); después se vio desdibujada por la indisciplina, el paternalismo del cuerpo técnico y la injerencia de factores externos al interior de la federación y el equipo.

Personalmente nunca me gustó que la base de la selección fuera el equipo Nacional de Medellín, porque si bien era un gran equipo, piezas como Gabriel Jaime Gómez o René Higuita no resultaban mejores que jugadores de otros equipos diferentes de Antioquia.

A pesar de ello, se lograron buenos resultados y eso disimulaba el resto. Se clasificó a Italia 90 tras un triangular contra Paraguay y Ecuador. Colombia descansaba en la última fecha y desde nuestro país salió un periodista deportivo muy conocido, con 200.000 dólares para los jugadores ecuatorianos, quienes hicieron un gran partido y derrotaron a los guaraníes. A propósito, este periodista pagó cárcel por enriquecimiento ilícito. Luego,  la selección ganó el repechaje ante Israel y fuimos a un mundial después de 28 años.

Cuatro años después en Estados Unidos los jugadores llegaron más maduros, pero nos creímos campeones del mundo sin jugar, sin estudiar los rivales y después rápidamente Rumania y Estados unidos nos aterrizaron.

A Francia 98 se clasificó con el último esfuerzo de esta generación, pero fuimos eliminados en primera ronda, y lo único rescatable quizás fue el gol de Leider Preciado ante Túnez y las lágrimas de vergüenza deportiva de Faryd Mondragón cuando perdimos ante Inglaterra.

Sin embargo, Maturana manejaba un discurso incoherente, como su frase de “perder es ganar un poco” quizás demasiado filosófico en un país sin grandes logros futbolísticos. Igualmente su sucesor, Hernán Darío Gómez, decía que “al Mundial vamos es a aprender”, nunca la idea de “Vamos a ganar”.

Rescatables de aquella época sin duda el Pibe, un talento que era más rápido mental que físicamente y dejaba mano a mano a los delanteros ante el gol. Faustino Asprilla, un jugador excepcional pero que se dedicó más a la bohemia y a la noche que al profesionalismo. Fredy Rincón portento de ida y vuelta en el medio campo.  Andrés Escobar injustamente sacrificado hace 20 años por un autogol ante Estados Unidos. Leonel Álvarez, un hombre de tres pulmones en el medio campo y Adolfo “el Tren Valencia”, resistido por muchos pero humilde y rendidor.

¿Generación desperdiciada? Tal vez no, porque no se trata de ser desagradecidos, fue el entorno el que nos quedó grande, los jugadores no eran tan profesionales como ahora, la mayoría jugaban en casa y el cuerpo técnico permitió mucha indisciplina y patrocinó las “roscas” en el grupo y el “amiguismo”  con  algunos periodistas deportivos (eso tiene nombre propio. Carlos Antonio Vélez),  que influían en la confección de las nóminas y todos los detalles de la selección.

Hoy hemos evolucionado como en casi todos los órdenes de nuestra vida. Tenemos un gran técnico que potencia el rendimiento de sus jugadores, unos profesionales sin problemas económicos que viven el sueño de jugar un mundial al máximo, y un país que sigue pendiente de su  desempeño en Brasil 2014.

La pregunta es, ¿qué tal un pibe, un Tino, un Rincón, un tren Valencia con un DT tan profesional como Pékerman? Creo que hubiéramos conseguido cosas más grandes.