Viajar, uno de los placeres de la vida: bien dicen que uno se muere y nada se lleva. Para todos es muy importante el descanso después de 365 días de arduo trabajo y nuestro país nos ofrece amplias opciones de destinos turísticos. Tenemos playa, brisa y mar, pero también planes ecológicos y de absoluta desconexión para los que quieren cambiar de rutina, dejar el celular a un lado y dedicarse a recargar energías.
En Colombia hay dos empresas (las de más renombre) que se disputan los viajeros para uno de los más bellos destinos que tenemos; les hablo de la Isla de San Andrés.
La primera de ellas es la reconocida firma Decameron Hotels que cuenta con amplia experiencia en el sector turístico y que tiene más destinos a nivel nacional e internacional. Cuentan con un buen nombre, ganado a pulso por sus estándares de calidad, modernos y confortables hoteles, y excelente servicio al cliente.
Sin embargo resulta, que desde hace unos años le ha salido un fuerte competidor que si bien no tiene el mismo músculo financiero, si ha hecho mella en los turistas que ven una opción más al alcance del presupuesto del colombiano promedio: se trata de On Vacation , una empresa que ha venido creciendo utilizando la estrategia de comprar hoteles antiguos, remodelándolos y adaptándolos al concepto del todo incluido.
He tenido la posibilidad de hospedarme en hoteles de ambas firmas por lo cual me atrevo a escribir este artículo. Ustedes se preguntarán ¿pero comparar a Decameron con On Vacation no es un despropósito? ¿No son muy diferentes el tipo de clientes de uno y otro? Puede ser, pero como usuario de ambas firmas quiero contarles mi experiencia.
En el año 2010 compré un plan a San Andrés para dos personas volando por Copa Airlines, todo incluido por tres noches, cuatro días en el hotel Acuarium. Llegamos a medio día y regresamos en la tarde. Las instalaciones del hotel inmejorables, las habitaciones excelentes, la vista en el balcón maravillosa, los restaurantes, su oferta gastronómica y variedad incluyendo la atención del personal fueron fabulosos. Era mi primera vez en la isla y la pasé muy bien. Hice compras, le traje dulces, tequila y frascos de champú de 1000cc muy baratos a todos mis familiares.
En Semana Santa de 2014 quise volver, esta vez con mi hijo, para que conociera ‘el mar de los siete colores’ pero el presupuesto estaba como corto. Coticé por la página de Decameron pero me desinflé porque el mismo viaje del 2010 ya costaba, por ser temporada alta, más o menos 5.800.000.
Pensé que le iba a salir con un chorro de babas a mi hijo, hasta que un día deambulando por un centro comercial de mi barrio me encontré con un stand de On Vacation y…. ¡oh sorpresa! me ofrecían cinco días completos para dos personas por 3.400.000, con el plus de separar solo con el 10% y abonando mensualmente hasta quedar cancelado el plan 30 días antes de la fecha del viaje.
Cuando finalmente llegó la fecha del vuelo iba predispuesto pues había escuchado comentarios no muy favorables de esta firma relativamente nueva y con mediana experiencia. Que las habitaciones pequeñas, que el servicio al cliente regular, que la comida no era la mejor, que el tipo de turista medio guache, etc. Pero ya entrados en gastos no había marcha atrás. Viajamos con mi hijo y nos citaron a las 8pm en el puente aéreo para un vuelo chárter de Avianca (eso si me saldría mal, remember «Se tiraron mi maleta» ). El vuelo despegó 11:30pm y llegamos a la Isla alrededor de la 1:30am, el servicio de taxi contratado para llevarnos al hotel fue muy efectivo, aunque actualmente ya no lo incluye el plan. Nos tenían coctel de bienvenida, nos asignaron una muy buena habitación recién remodelada en el cuarto piso -no hay ascensor- y hasta ese momento no había nada que pudiera presagiar una mala experiencia.
Cuando despertamos y después de un buen duchazo bajamos al restaurante para desayunar y ya había fila. Aunque no tenían tanta variedad como en Decameron, y me sentí atendido como en un batallón del ejército, la comida era buena y abundante. En cuanto a los hoteles, porque tuve la posibilidad de conocerlos todos, son pequeños al igual que sus piscinas, pero pues teniendo el mar eso no es de mayor relevancia en mi concepto.
Ya en cuanto al tipo de turista debo decir que esta cadena le ha dado la oportunidad a personas que tal vez nunca se habían montado en un avión de conocer el mar, pues familias enteras de medianos recursos han podido acceder a estos planes turísticos. Le leí hace un tiempo a alguien en redes sociales que On Vacation había democratizado el turismo en San Andrés, frase con la cual estoy totalmente de acuerdo. Y es que en la vida uno debe ser todo terreno, de lavar y planchar que llaman. Cuando hay para comer sushi se come, cuando solo alcanza para chuzo de dos mil en el estadio pues también; cuando hay para pagar una línea de bolos perfecto, pero si el presupuesto solo sirve para ‘bolear’ tejo y tomarse una pola sentado en una canasta plástica, no hay problema.
Habrá turistas que afortunadamente siempre tendrán la fortuna de pagar un servicio de calidad como el de Decameron, pero si alguna vez van cortos de dinero seguramente se atreverán a comprar por On Vacation. Cabe decir que aparte de San Andrés, hay más destinos como Amazonas, Cancún, Panamá, República Dominicana y hasta Girardot. Como en el caso de su encopetado competidor, este está regado por el mundo con hoteles propios y en otras ocasiones con convenios.
El turista es el que escoje, la competencia genera más opciones para el viajero que es en resumidas cuentas el que se beneficia. En mi caso la próxima vez que vaya a San Andrés quiero volver a hacerlo por Decameron para conocer el Hotel Isleño, que al parecer es el mejor de su cadena y además queda cerca del aeropuerto.