Normalmente soy un hincha medianamente centrado, de los que no se dejan llevar por la pasión desenfrenada de los muchachos de ahora y de los que analiza calmadamente más los temas que conciernen a mi equipo. Pero toda esa coherencia ayer se fue al bote de la basura cuando Ómar Pérez anunció por la red social instagram que debido a maltratos por parte de Gerardo Pelusso renunciaba a Santa Fe.
Como buen tuitero, entré en un grado incontrolable de indignación por la noticia y me declaré en abierta oposición contra el técnico uruguayo. El HT #ÓmarNoSeVa fue tendencia toda la tarde y parte de la noche, y centenares de hinchas se fueron al hotel en donde estaba concentrado el equipo para demostrar incondicional apoyo al diez argentino y sentar precedente ante el técnico uruguayo. Pero como en todo, no hay un consenso absoluto y otros hinchas se pronunciaron diciendo que los que pedíamos la cabeza del técnico éramos unos desagradecidos y que no era el momento para armar semejante alboroto ad portas de un clásico más frente a millonarios.
Mientras tanto periodistas deportivos opinaban unos a favor y otros en contra sobre la actitud del jugador quien no aguantó más la presión al no ser tenido en cuenta para el partido del domingo. De tantas opiniones, la que me pareció más acertada fue la del joven Steven Arce de Caracol Radio.
Sin temor por no ser diplomático ante el tema, debo decir que para mi Ómar Pérez es intocable; nunca olvidaré que se bajó el sueldo en tiempos de crisis, tampoco que le ofrecieron más dinero en Nacional y por principios prefirió quedarse, mucho menos que en un partido internacional decidió jugar amarrándose el corazón adolorido por la muerte de su abuelo, quien se accidentó cuando viajaba a Buenos Aires sólo para verlo jugar (ese día marcó gol y llorando y mirando al cielo se lo dedicó a él). Tampoco olvido que se negó rotundamente a ponerse la camiseta del rival de patio, cuando en una campaña de esas absurdas por la paz, querían en un clásico salir al campo de juego con casacas intercambiadas como símbolo de reconciliación. Fue muy criticado por periodistas locales y finalmente ambos equipos usaron camisetas blancas en los actos protocolarios.
Por estos motivos, por los seis títulos que le ha dado al equipo desde que llegó, por el gol olímpico a Nacional en Medellín, por la quebrada de cintura en un clásico a Pedro Franco para después mandarla al fondo de la red, pero sobre todo por su inmenso sentido de pertenencia y amor al equipo, si a mí me dan a elegir siempre me decidiré por el más grande jugador extranjero que ha llegado en los últimos años a Independiente Santa Fe: ¡¡ÓMAR SEBASTIÁN PÉREZ!!