En una de esas tardes frías de descanso tengo el radio reloj con un volumen bajo y buscando emisoras en AM me reencuentro con «Acuario Estéreo», una de esas joyas radiales de los ochentas que estaba en FM y que se escuchaban en muchas de las busetas que tomábamos hacia el colegio o acompañado de alguno de nuestros padres. Entonces mi hermana me dice que la balada romántica bautizada peyorativamente como «música de plancha» (decían que era exclusiva de empleadas domésticas que la escuchaban mientras hacían oficio) solo gustaba en estratos bajos. Ella, que se ganó una beca en un colegio del norte de Bogotá, fue víctima de burlas por parte de sus compañeros de clase al sentirse atraída por este tipo de género musical.
En ese momento nace una sana polémica porque yo no estoy de acuerdo con esa afirmación; me parece que ese género musical no distingue condición social, que los tiempos han cambiado y que cada vez que asistí a un concierto de Raphael, Camilo Sesto o Roberto Carlos, las localidades que primero se agotaban eran las de mayor valor y que quedaban más cerca de la tarima.

Debo confesar que soy amante de la «música pa’ planchar», que a pesar que pasen los años cuando escucho esas canciones viejas las recito de memoria y que mi segundo nombre se lo debo al gran Leonardo Favio gracias a la fabulosa idea de mi mamá que me salvó de llamarme como el abuelo Eustorgio. Pero a quienes nos gusta este tipo de música nos tildan de emos, deprimidos y que esas canciones solo sirven para cortarse las venas porque en muchas de sus letras cuentan dramas amorosos que tal vez estén alejados de la realidad.

Tal vez empiece a hablar como el abuelo Eustorgio, pero en defensa de mi gusto musical diré que los compositores de esa época sí se esmeraban un poco más en las letras imprimiendo el sentimiento necesario para crear una canción que moviera fibras. Nada que ver con lo que escriben ahora en los géneros musicales que están de moda.

Son muchos los representantes de la «música de plancha»; José Luis Perales, Yury (preferida de las mujeres cuando están en karaoke), Rocío Dúrcal, Raphael, Manolo Galván, Palito Ortega, Juan Gabriel, y otros más que deleitaron a nuestros padres y abuelos en el pasado. Canciones de ellos con las cuales se enamoraron y que tal vez dedicaron en algún momento de la vida para tratar de conquistar a la mujer amada.
No me imagino a los muchachos de ahora dedicando un reguetón con la «profundidad» de sus letras para enamorar a sus novias; por ahí entre esas niñas jóvenes debe haber alguna a la que sus papás le hayan transmitido el gusto por la balada romántica, las letras con contenido, la música elaborada y las voces finas que expresan el sentimiento más bonito que pueda tener el ser humano… ¡EL AMOR!

Les dejo una de mis canciones preferidas de la música de plancha, y no, no me voy a cortar las venas.