Es la tercera vez que dedico un post al diez de Santa Fe; puede parecer algo intenso, fanático y desmedido. Pero creo que es necesario en momentos en que la carrera de Ómar Pérez parece estar en el ocaso. Cuando fui al estadio en el partido contra River, me tocó un hincha detrás de mí que se la pasó los 90 minutos insultándolo y diciéndole cosas como gordo, lento y viejo. Me contuve pero salí molesto por tan infame y desagradecida actitud por parte de un hincha que al parecer tiene mala memoria.
Es una realidad innegable que al volante argentino ya le están pesando demasiado las lesiones y sus 35 años (suena irónico, pero en el fútbol ya se considera viejo un jugador de esa edad). Como lo reconoció el propio Ómar, los años no llegan solos y tiene claro que el fin está cerca. Mientras eso pasa deben ponerse de acuerdo jugador, técnico y presidente del club para darle una salida decorosa, pero sobre todo digna al mejor futbolista extranjero que ha pasado por las huestes cardenales en los últimos 30 años.
El consejo para el hincha, de cualquier edad, es que a pesar del dolor que se puede sentir por haber perdido un título internacional no la emprenda contra el jugador. Parece que irónicamente ahora los santafereños nos acostumbramos a ganar y por esa vía hemos perdido la humildad. Duele escuchar en el estadio y leer en redes sociales opiniones injustas contra un jugador que le devolvió la gloria a Santa Fe. No podemos ser desagradecidos con un ser humano que se ha sacrificado por el club y que a pesar de no ser ni bogotano ni colombiano, tiene más sentido de pertenencia por la institución que muchos de nosotros. Algunos no le perdonan y lo culpan por la salida de Gerardo Pelusso, desconociendo los detalles del incidente, que en su momento Pérez contará para que el hincha desinformado trate de entender.
No tengo una foto con Ómar, no lo he tenido tan cerca como otros hinchas y tal vez nunca podré dirigirme a él personalmente. Pero lo que sí tengo claro es que soy un eterno agradecido de todo lo que le dio a mi equipo, y que por él se acabaron para mí más de tres décadas de matoneo en la escuela, en el colegio y en el trabajo. Creo que es el sentir de muchos hinchas sensatos que saben que «Chipakero» se tiene que ir por la puerta grande, que un jugador de su dimensión merece respeto y que hay que hacerle un partido de despedida por todo lo alto. Y que vuelva en unos años, ya no vestido de cortos, sino tal vez para sentarse en el banco de la dirección técnica del equipo (ya se está capacitando para tal fin).
En nombre de los hinchas que no olvidamos, que reconocemos el gran liderazgo que tuviste desde que llegaste a nuestra institución, y que entendemos que ya no eres el mismo de hace unos años… GRACIAS ÓMAR PÉREZ.