Cuando me siento a escribir frente al computador casi siempre lo hago con decisión y sin titubeos, independientemente del tema que vaya a tratar. Hoy no es el caso ya que tengo sentimientos encontrados por una persona a la que admiro mucho por irreverente; porque maneja un humor fino, heredado de su padre, que hasta hace poco me arrancaba sonrisas; porque es santafereño, como yo, y alguna vez tuve la oportunidad de estrechar su mano en el estadio, y porque me creí tolerante al aceptar algunas veces cuando decía cosas con las que yo no estaba de acuerdo.
Desde pequeño veía cómo mi madre se divertía leyendo la sección “Postre de Notas” de la revista Carrusel y expresaba la genialidad en la pluma que tenía Daniel Samper Pizano. Esa fue la razón por la cual me interesé en leer periódicos, revistas y hasta un libro que le regalé a ella, pero que después me devoré yo en un día.
Luego vino Daniel, hijo, por quien empecé a tener gran simpatía. Alguna vez expresé que estaba superando a su padre con sus columnas y ahora como ‘youtuber’ de 40 (42 dice él). Me parecía genial cómo se enfrentaba a un poco de culicagados ridiculizándolos por todas las sandeces que decían a su público joven de manera irresponsable, cómo criticó de manera genial a los publicistas en uno de sus capítulos y cómo caricaturizó comportamientos de hombres de 40, como yo, que después de viejos ya no estamos para rumba desenfrenada y cosas de esas.
Y siempre sabía camuflar en sus opiniones las puyas al respectivo político de turno, al empresario corrupto y hasta su propio tío expresidente lo cual le generaba independencia y credibilidad.
Pero llegó un momento en el que comenzó a radicalizarse, sobre todo después del triunfo del ‘NO’ en las urnas. Se volvió monotemático y llegó siempre a Álvaro Úribe, el Centro Democrático y todo lo que tenga que ver con ellos (esto incluye a Alejandro Ordóñez, por una pelea casada de vieja data, cuando era director de la Revista SoHo).
Y aunque me reí muchas veces con esos comentarios, porque aun así me parecían geniales, llegó un momento en el que ya me fastidiaba. Decidí entonces hacer el ejercicio de repasar sus más recientes videos en su canal #HolaSoyDanny y encontré que en todos, sin excepción, siempre “atiende” al expresidente Uribe o toca temas relacionados.
Aunque sé que esta es una discusión desigual porque el apreciado Daniel tiene muchos fans y miles de personas que lo siguen, lo leen y están pendientes de sus videos, aunque me sienta como David contra Goliat y aunque nunca voy a tener un canal de youtube que se llame #HolaSoyHugui, creo que alguien tiene que decirle al gran “Danny” que sería bueno que volviera por sus fueros, tocando otros temas como el fútbol, Bogotá, el comportamiento de los adolescentes, la calvicie, etc. Que no se ensañe siempre con la religión del procurador, o con los gritos de Paloma Valencia, o con lo que diga o haga Álvaro Uribe. Hay vida después de él y no todos los caminos deben conducir solo a un tema.
Creo que mi crítica es respetuosa e independientemente de que no logre nada, extraño a ese Daniel Samper Ospina que abordaba todos los temas con desparpajo y genialidad. Daniel, no te vuelvas otro Gustavo Bolívar u otro Iván Cepeda que no tienen vida ni opiniones si Uribe no respira o existe. Por ahora ¡me mamé de ti, Danny! Pero quiero volver a leer tus columnas, a ver tus videos completos y hasta quisiera comprar “¡tu puto libro!”