Bogotá, capital de Colombia, ciudad de las oportunidades y en donde se encuentran todas las culturas. Dicen que en mi ciudad solo el 50% somos nacidos acá y que el otro 50% llegan de otras regiones en busca de estudio, trabajo y mejor calidad de vida. Eso hace que en temas de gastronomía la oferta sea amplia y variada, eso permite que si el valluno extraña la comida de su tierra, encuentre la chuleta, el atollao o la marranita. Pasa también con paisas, santandereanos, costeños, y de igual manera le permite al extranjero probar lo mejor de nuestra cocina en una sola ciudad.
Esta es una guía que le puede servir al que vive en la capital para que encuentre los mejores platos típicos, pero también al turista nacional o extranjero.

1. BANDEJA PAISA – RESTAURANTE EL ENVIGADEÑO

Creo que de los platos típicos colombianos, uno de los más fáciles de encontrar en cualquier lugar es una bandeja paisa. Sin embargo, a pesar de la variedad de sitios que ofrecen esta opción de la gastronomía antioqueña, son contados los que realmente guardan la tradición y la preparan como debe ser. La bandeja paisa debe tener arroz blanco, carne molida, huevo frito, aguacate, arepita blanca, plátano maduro, chicharrón, chorizo, y algo que casi siempre le embolatan al comensal, pero para mí es clave: la morcilla.

Pues bien, después de probar en muchos restaurantes de Bogotá me encontré con una fonda paisa en el centro de la capital (calle 23, entre carreras 5 y 6) de aspecto antiguo y fachada no muy llamativa, llamada “El Envigadeño”. Es un pequeño local lleno de corotos viejos colgados en el techo, con no más de 10 mesas que en principio me hicieron dudar de la calidad de sus productos. Grata sorpresa me llevé cuando en un gran plato de madera con fondo me sirvieron la mejor bandeja paisa que me he comido. No hay mucha estética a la hora de servir, pues los ingredientes se ven desordenados unos encima de otros, pero aquí lo importante es el sabor y la sazón (en eso sí se esmeran). Salí del sitio completamente satisfecho y he regresado con frecuencia. Me parece que $23.000 pesos, más el precio de la bebida, vale la pena pagarlos cuando hay cantidad y calidad.

Los meseros recomiendan además un aguardientico con limón después de terminar de almorzar, con el cuento de que “eso sirve para cortar la grasa”.

2. AJIACO – RESTAURANTE EL MEJOR AJIACO DEL MUNDO

Anteriormente conocido como Antigua Santafé, este sitio cobró fama cuando Kendon MacDonald expresó que allí había probado el mejor ajiaco de toda su vida. Por esa reseña que leí llegué yo, y me imagino que muchos más también empezaron a frecuentar el sitio que debido al éxito tuvo que adoptar el nombre de “El mejor ajiaco del mundo”. Y en realidad el ya fallecido chef escocés no se equivocó, porque los encargados de la cocina guardan al pie de la letra la receta original para lograr un plato típico digno de estar en el primer lugar de este y de todos los listados que se hagan sobre el tema.

Queda de la esquina de la casa del florero, una media cuadra más arriba de la Puerta Falsa (calle 11 No 6-20)

3. CHULETA, SANCOCHO DE GALLINA Y ARROZ ATOLLAO – FULANITOS

Aunque nacido en Bogotá y rolo de pura cepa, viví de los dos a los cinco años en tierras vallecaucanas. Mi papá encontró trabajo en el occidente del país, allá nació mi hermano menor y fue en esa bella tierra que empecé a estudiar. Esas, entre muchas otras razones, hacen que tenga un gusto particular por la comida típica del Valle. Cuando me dan ganas de deleitarme con aborrajados, marranitas, luladas, champús, el maravilloso arroz atollado y otras delicias, no dudo en ir al restaurante ‘Fulanitos‘ en la calle 81 No 10-56 (el original).

Las entradas: marranitas, pasteles de yuca, empanadas vallunas y tostones con hogao, oscilan entre los 3 mil y 7 mil pesos.

Los platos fuertes: tamales cartagüeños, chuletas de res, pollo, pescado y de cerdo, bistec a caballo, arroz atollado, frijoles tulueños, sancocho de gallina de ginebra y lentejas de Esaú, varían entre $21.000 y $27.000.

4. LECHONA Y TAMALES TOLIMENSES – RESTAURANTE EL ANTOJO

A excepción de los vegetarianos, y de los que se cuidan mucho por cuestiones de salud, creo que todos hemos desayunado con un tradicional tamal; en el caso de los bogotanos, con chocolate y pan. Pero este plato popular, varía según la región. Cambian sus ingredientes, las formas y los nombres (“pastel” en la costa y “ayaca” en el llano).

Me encontré, en el barrio Bonanza, frente a la Plaza de las Ferias, una fábrica de tamales llamada ‘El antojo‘, que me enseñó algo nuevo sobre este plato típico.

Allí me sirvieron algo que se llama, “el tamal volteado”, que no es otra cosa que una delicia: tamal tradicional con adición de porción de lechona. Sé que es poco saludable por la cantidad de grasa que da la unión de estas dos comidas tradicionales, pero no se imaginan la delicia.

A raíz de eso, hablé con Lady Burgos, hija del dueño y administradora del lugar, quien abandonó su profesión para dedicarse a la empresa familiar porque le deja mejores réditos económicos. Me contó que la suya es una fábrica de tamales de alta tecnología; ante todo, esto es para mejorar la producción, pero también para hacer más higiénico el proceso. La idea surgió luego de varias visitas a las regiones donde ella compra los insumos, como las hojas para envolver el tamal, donde se dio cuenta de que no era muy “religiosa” ni estricta su recolección en cuanto a normas de salubridad. Decidió entonces cocinar los tamales en una especie de “ollas pitadoras”, industriales y de gran capacidad, que funcionan a vapor, y que por las temperaturas que manejan, acaban con cualquier bacteria posible. Guardan las mismas normas de higiene para la preparación de la lechona, y para las “empachonas” (empanadas con relleno de lechona).

Hablé con los vecinos, quienes ya bautizaron el “tamal volteado” con un nombre muy particular. Cuando llegan al negocio, dicen: “deme un Palomino” (a buen entendedor, pocas palabras). La dirección de la fábrica es calle 74c No. 70-28 y la del punto de venta, que es ahí muy cerca, es Avenida Rojas No 74B 19.

5. ARROZ CON COCO Y PESCADO – PESCADERÍAS DE LA CUARTA

La cocina del Pacífico se hace presente en Bogotá en la carrera 4ta entre calles 21 y 19; son varias cuadras de pescaderías que ofrecen un buen arroz con coco y patacón, acompañado de pescados fritos como mojarra, pargo rojo, sierra o picuda. En semana santa la gente visita los museos, se da un septimazo y llega al sector para almorzar. También ofrecen unas poderosas cazuelas de mariscos y en general todo lo relacionado con frutos del mar.

6. MAZAMORRA CHIQUITA Y MONDONGO – LA GRAN PARRILLA BOYACENSE

En la Avenida ciudad de Quito (Calle 71 No 30-52) se encuentra La Gran Parrilla Boyacense, un gran restaurante inaugurado por allá en 1998 y en donde, además de las excelentes carnes a la brasa, venden un mute delicioso. Las sopas con bastante «recado» son de lo mejor que he probado. Han ido creciendo paulatinamente al punto de tener dos puntos de venta en la calle 162 con autopista y en el centro comercial Gran Estación. Porciones generosas con muy buena sazón boyacense.

7. CABRITO, PEPITORIA Y CARNE OREADA – EL FOGÓN SANGILEÑO

Cuando mi padre trabajaba, tenía una oficina que también funcionaba como bodega, en la carrera 24 con calle 73. Al frente quedaba un corrientazo llamado “brasita y sazón”(1991). Hoy en día creció, se modernizó y se le conoce como el restaurante “El Fogón Sangileño”(desde 2002). Como sus dueños son de origen santandereano, decidieron especializarse en la gastronomía de su tierra y ofrecer en la carta platos como la pepitoria, el cabrito, la carne oreada, la changua (que es bien diferente a la bogotana) A pesar de no estar ubicado en un sector de restaurantes, este sitio con 25 años de experiencia ha podido crecer y sobresalir por sus buenos productos, su fidelidad a las recetas de su departamento pero sobre todo su excelente servicio al cliente.

Hablando de precios, un plato fuerte puede estar en unos 25.000 pesos; el más caro de la carta es el “mixto de la casa”, que le incluye de todo (carne oreada o asada, cabro, sobrebarriga, lomo de cerdo, yuca frita, arepa santandereana y pepitoria por 33.000 pesos). Pero es tan grande el plato que con eso comen dos y quedan satisfechos.

8. AREPA E HUEVO Y CARIMAÑOLAS – NARCOBOLLO

Cuando le hablo a conocidos y amigos sobre el restaurante Narcobollo, hacen mala cara. Tal vez porque les parece feo y poco llamativo el nombre de este sitio de comida costeña en Bogotá.
Sin embargo, después de contarles la historia con pelos y señales de por qué fue bautizado así, sonríen y se dejan seducir por las arepas de huevo, carimañolas, quibes y otras delicias que venden en el local del Narcobollo de la Carrera 20 No 116-14.

En la época dura del narcotráfico en Colombia (1989) se presentaban allanamientos en ciudades del país, incluyendo Cartagena. Allí, las autoridades sospechaban de una casa en el barrio Manga porque las escrituras estaban a nombre de una persona de dudosa reputación, quien había arrendado el inmueble.

Soldados irrumpieron en la madrugada buscando insumos para la elaboración de cocaína, pero se encontraron con la sorpresa de algo totalmente diferente. En grandes neveras estaban almacenados toda clase de bollos de mazorca, batata, coco y el tradicional bollo limpio costeño, además de suero y quesos congelados. Quien comandó la operación metió las de caminar pues se trataba de la “Cafetería Los Molina” quienes se habían especializado en este tipo de comida y nada tenían que ver con negocios ilícitos.

Por el desparpajo y la idiosincrasia caribeña todos los vecinos empezaron a llamar al negocio como ‘El Narcobollo’, nombre con el que fue registrado en 1990.

20 años después, el negocio prosperó y actualmente su carta es amplia y variada; no es fácil encontrar un jugo o chicha de corozo en Bogotá, pero en el Narcobollo siempre hay fríos y frescos. Si va a picar no dude en pedir arepa de huevo sola (así decimos los cachacos) o con rellenito de carne que es mi preferida. También le recomiendo la carimañola de carne o queso, empanaditas, deditos de queso, quibes, patacón, yuca, chicharrrones, suero y hasta butifarra con bastante limón.

Si lo que quiere es almorzar y no picar, en el sitio ofrecen bandeja de pescado que va acompañada de arroz con coco, patacón, yuca y ensalada, todo por 23.000 pesos. También está la bandeja costeña que incluye carne desmechada, patacón, suero, chicharrón butifarra, arroz con coco y ensalada, por 17.000. Y si quiere sancocho de pescado con arroz, yuca, ñame, platano y mazorca le cobran 23.000 pesos.

9. POSTA NEGRA Y MOTE DE QUESO – DIANA GARCÍA CHEF EN MOVIMIENTO

En la carrera 7ma con calle 70 (también en Usaquén en la 116 con 7ma) se encuentra el buen restaurante de la chef Diana García en donde se puede degustar la posta negra que va acompañada de arroz con coco, chips de plátano y ensalada. También se consigue un buen mote de queso con abundante ñame, que en ocasiones es bien difícil de conseguir en Bogotá.

Recomiendo de igual forma los desayunos con calentados (el de la casa lleva cabeza de gato y huevos fritos) y la sopa sanantero con pescado, leche de coco y maní

10. CHANGUA – LA PUERTA FALSA

Para nadie es un secreto que este restaurante con 200 años de tradición es una de las visitas obligadas por nacionales y extranjeros. En pleno centro de Bogotá (calle 11 # 6 50) este establecimiento ofrece desayunos típicos, entre ellos, el plato que nos concierne en este momento. Pueden pedir su changua a cualquier hora del día que siempre les darán gusto.

Créditos fotos: ajiaco-nacion.com, pescado y arroz con coco-Flickr.com, mazamorra chiquita-youtube, cabrito y pepitoria-tripadvisor, arepa e’huevo-googlesites, posta negra-tripadvisor, changua-westchester hispano.