No sé si será positivo o más bien es un defecto, pero sin proponérmelo en muchos de mis escritos siempre hago remembranzas de la niñez para abordar un tema. Como en este caso, cuando se me viene a la cabeza esa imagen de cuando mis padres me metían en el carrito del mercado recorriendo los pasillos del Colsubsidio de la 26 y ellos me iban tapando con paquetes de arroz, productos para la loncheras de mis hermanos y yo, y en general todas las cosas que componían un mercado familiar que se hacía sagradamente cada mes, y en el mismo sitio.
Unos años después, en mi primer trabajo en Carulla como empacador, cajero, operario de fruver y luego de abarrotes, pude conocer de cerca como funciona un almacén de cadena. Aprendí sobre empaque, facturación y rotación de los alimentos, lo que me sirvió mucho para saber hacer mercado mientras viví solo y posteriormente conformando un hogar.
Los tiempos han cambiado y ya no es conveniente «casarse» con una sola marca como lo hacían mis papás, cuando se trata de comprar todo lo necesario para una vivienda. Como se dice popularmente, «hay que buscarle la trampa al peso»; y en ese sentido el nuevo concepto low cost de establecimientos como D1, Ara y los señores de Justo & Bueno (dueños también de los exitosos locales de Tostao) han ayudado mucho para que podamos ahorrar. Si bien hay que mirar con lupa este nuevo estilo de mercadeo, porque no todo es barato y de la mejor calidad, es un hecho que son hoy en día una fuerte competencia para las tradicionales grandes superficies que existen en el país.
Mercar para mí es toda una estrategia, yo escojo lo que más me conviene de cada una de estas marcas. La panadería de D1 y su marca propia «Horneaditos» con productos como brownies (son los mejores del mundo), tortas, corazones de hojaldre, tostadas de ajo o finas hierbas, galletas, panes tajados, panes de hamburguesa o de perro caliente, etc tienen precios competitivos y son de muy buena calidad. En Ara entro por granos como fríjoles, arroz, lentejas, garbanzos, sal, azúcar, harina para arepas y el café. Y finalmente a Justo & Bueno voy por artículos de aseo como jabón de ropa, jabones cosméticos, papel higiénico, champú, cremas dentales y demás. Otra ventaja que tienen es que todos ellos ubican sus puntos de venta en los barrios, cerca de las casas de miles de consumidores. Ya no es necesario recorrer grandes distancias ni tener carro para ir a mercar.
Hay unos pocos productos en los que prefiero no ahorrar porque ya estoy acostumbrado o porque sencillamente superan en calidad a los que venden en estos almacenes. Cosas como las máquinas de afeitar, espuma de afeitar, gel refrescante post rasurada (aunque hace poco encontré uno de calidad y barato en Justo & Bueno) y desodorantes.
En cuanto a lo de «líchigo» (frutas y verduras) nunca cambiaré la plaza de mercado, a no ser que me encuentre con alguna promoción no habitual. A mí no me importa que no me entreguen la papa lavada o bien parejita, no me interesa que las naranjas sean todas igual de redondas y perfectas como las exhiben en algunos almacenes para cobrar de más.
Para mí, y creo que muchos coincidirán, ha sido de gran ayuda la llegada de estas nuevas marcas. No hay que sentirse apenado por reconocer que se hacen compras en estos sitios, la situación está muy dura como para estar pagando la gana y botando plata en otras partes; por eso hoy quiero decir…»gracias D1, Ara y Justo & Bueno por los favores recibidos».
P.D 1: Yo hice este escrito porque quise, a mí no me pagaron. Se vale recomendar lo que a uno le gusta o le parece bueno para que otros se beneficien.
P.D 2: Hombres, no piensen que hacer mercado es cosa de mujeres. Acompáñenlas aunque sea por estrategia, después si las dejan ir solas ellas llegan con un jurgo de champús, tratamientos para el cabello y cosméticos en general… y para echarle al buche, ¡nada!