Llegar a un nuevo trabajo siendo un perfecto desconocido y empezando a realizar una labor con compañeros de mucho bagaje y experiencia puede resultar estresante. Recibir buena vibra de personas que te ven por primera vez es muy importante para afianzarse y dejar los miedos; esa fue mi primera impresión cuando conocí en un comité a Katherin Montilla. Una persona sencilla, amable, libre de orgullos y posturas odiosas que estrechó mi mano. Nunca compartí con ella por fuera del trabajo, nunca me tomé un tinto y nunca hablé con ella por fuera de la oficina; pero siempre me causó una buena impresión en su forma de ser.
Por eso no me explico porqué cuando recibí la noticia de su fallecimiento me afectó tanto; quizás por su juventud, tal vez porque me recuerda el episodio de la muerte de mi madre que fue sorpresivo, tal vez porque ahora pienso que debí agradecerle que me recibiera bien y no lo hice en vida, de pronto porque nunca le reconocí su valentía y su preocupación por hacerle entender a los bogotanos que la cultura ciudadana es primordial para vivir mejor. En poco tiempo me deja muchos buenos recuerdos, como el día que en una reunión y cuando se estaba definiendo el personaje de Doña Rita, defendió a ultranza la dignidad de los animales diciendo que no estaba dispuesta a permitir que si se elegía a un cerdo como la marioneta que iba a crear conciencia entre los ciudadanos, se retratara al marrano como un animal sucio, de feas costumbres y malas maneras. Esa era Katherin Montilla, una defensora de las causas imposibles y que creía firmemente en sus ideales, y que los defendía con energía y pundonor.
Para ella este homenaje, para ella estas palabras de agradecimiento por demostrarme en poco tiempo que era un excelente ser humano lleno de virtudes, profesionalismo y tenacidad. No se si asistiré a sus exequias, mientras escribo estas líneas no creo sentirme capaz porque se acrecentaría el dolor que siento por su partida. Vuelvo a cuestionarme como dice el título de un reconocido libro ¿Por qué le pasan cosas malas a la gente buena? y no tengo la respuesta. Estoy seguro que en los pasillos de Canal Capital todos se llevan un buen recuerdo y tal vez están más afectados que yo, porque pudieron conocerla mejor y compartir más tiempo con ella.
¡Hasta siempre Katherin! ¡Gracias!