Se puede pensar que hablaré como un viejo retrógrado, pero la verdad sea dicha, opino que ese cuento del libre desarrollo de la personalidad estipulado en el artículo 16 de la Constitución del 91 le ha hecho mucho daño a las nuevas generaciones, a las que ahora no se les puede decir nada porque amenazan con tutelas, con demandas ante Bienestar Familiar y en general confundiendo libertad con libertinaje.
Creo firmemente que niños y adolescentes sin importar la generación a la que pertenezcan necesitan hasta una cierta edad que se les diga qué deben y qué no deben hacer, que se les muestre el camino, que se les eduque con firmeza (no maltrato) y que no pueden tomar decisiones por si solos cuando están muy «biches» pues eso les puede desgraciar la vida. Y es que ese cuentico de las libertades sin control ha traído como consecuencia en muchos de nuestros jóvenes drogadicción, violencia y desenfreno en sus actitudes. Amparados en la constitución organizan fumatones para protestar contra leyes que intentan protegerlos a ellos mismos, llaman arte a actos de vandalismo y hasta pretenden cambiar a algunas costumbres en entidades tradicionales como por ejemplo las Fuerzas Militares de Colombia.

Hace unos días expresé en la red social Twitter que por ningún motivo estaba de acuerdo en que personas tatuadas hicieran parte de instituciones como el Ejército, la Fuerza Aérea, la Policía Nacional, etc, y que si no estaban de acuerdo buscaran otro oficio en el cual desarrollar su potencial, pero no en una entidad castrense que se identifica por la disciplina y la uniformidad de sus integrantes. Inmediatamente fui fuertemente criticado y tratado de ultragodo por atreverme a a decir eso ¿Y entonces qué quieren? ¿Que en el futuro el comandante de la Armada Nacional sea un tipo con el aspecto de Jack Sparrow?
Flaco favor le hace a el respeto y a las buenas costumbres su tal libre desarrollo de la personalidad; no podemos ser estigmatizados los que estamos en desacuerdo con el tema. No puede ser que sea impopular no comulgar con los señores librepensadores y social-bacanes que piensan que eso trae más cosas positivas que negativas.

Lo siento pero no siempre doy opiniones políticamente correctas, para estar a la moda o para quedar bien con todo el mundo en una red social. Hago parte de la última generación que respetaba y temía a sus padres y no como pasa ahora que son los padres los que temen a sus hijos. Doy gracias a los que me dieron la vida por todas las veces que me dijeron firmemente que NO, por la chancleta voladora, por los castigos de un mes sin televisión, porque me enseñaron que al sentarse a la mesa no podía haber distracciones y que era un momento sagrado para el núcleo familiar.

*Les dejo un excelente video de la psicóloga chilena Pilar Sordo que puede dar algunas luces al tema que nos atañe