A las nueve de la mañana del 7 de enero me empecé a llenar de mensajes de whatsapp y de mensajes internos de Twitter en los cuales me preguntaban que era lo que había pasado con un tuitero que se hacía llamar en esa red social como @JuanRealDC. Y realmente no entendía que era lo que pasaba; recuerdo haberle leído un trino por última vez el 4 de enero, pero no sabía de qué me estaban hablando.

Tal vez mucha gente pensaba que era amigo íntimo mío o que lo conocía personalmente de vieja data, tal vez por la familiaridad y confianza con la que interactuábamos casi a diario. No podía creer la noticia hasta que el prestigioso abogado Iván Cancino me contestó y desafortunadamente confirmó su fallecimiento; en ese momento se me encharcaron los ojos y sentí un dolor intenso por una persona de la que apenas sabía que era un excelente abogado penalista, que le gustaban los buenos restaurantes, que usaba unas medias «de colores bastante gays» (así se lo expresaba yo de manera jocosa) y que era un ácido defensor de ideas conservadoras, que entre otras, hicieron que muchas veces las sectas de izquierda lo reportaran masivamente y le cerraran su cuenta. Pero él al día siguiente abría una nueva y todos los que estábamos de acuerdo con sus opiniones, seguíamos de nuevo.

Me enteré hasta ayer que su nombre verdadero era Juan Carlos Cardenas Alzate, vi su rostro real por primera y última vez y tengo que decir que, aunque suene absurdo, era mi amigo de Twitter. Que pasé a su lado buenos momentos como por ejemplo cuando había partidos de la Selección Colombia y trinábamos con la etiqueta #RadioReal, o cuando los fines de semana nos daba por poner música ochentera hasta altas horas de la madrugada, tal vez él con un vaso de whisky de ese lado del celular, y de este lado yo con una cerveza.

También tuve que aceptar sus críticas pues expresaba que mis recomendaciones gastronómicas eran demasiado populares y me decía que yo era «muy gala», a lo que yo respondía que a él le faltaba calle y que era un abogado muy «pupy».

Increíble que se sienta tanto dolor por alguien que nunca tuve la fortuna de conocer, pero que sentía tan cercano. Pero Juan era así; reservado, misterioso y hasta exagerado en revelar su verdadera identidad. Alguna vez en el Café Pasaje del centro de Bogotá creí haberlo visto, creí reconocerlo porque vi esas medias de colores en un personaje que estaba tomando café en la misma mesa con el también abogado Francisco Bernate, de quién él decía era su parcero. Pero el mensaje interno de Twitter que le mandé para confirmar su identidad nunca fue respondido, y yo respeté eso y no insistí más.

Tal vez el doctor Bernate si haya podido disfrutar del buen ser humano que fue Juan Carlos, tal vez vio su calidad como abogado penalista en alguno de los estrados judiciales, tal vez él si haya podido compartir un trago, un café o un almuerzo. A mi me toca quedarme con la imagen positiva que dejó en las redes sociales… ¡hasta siempre doctor medias!