Tengo muy buenos recuerdos junto a mis abuelos escuchando programas como La ley contra el hampa, Kalimán y Solución a su problema. Fueron ellos los que me inculcaron el amor por la radio por allá en los años ochenta. Recuerdo haberme enterado de noticias como la muerte de Luis Carlos Galán, la tragedia de Armero, las gestas en el ciclismo de Lucho Herrera y Fabio Parra, y la toma del palacio de justicia por Caracol Radio, que era de lo más confiable y profesional cuando de informar a sus oyentes se trataba. Momentos muy importantes para la historia de Colombia que fueron perfectamente retratados por los periodistas de la época que solo buscaban transmitir lo que sucedía a sus seguidores sin tomar partido de ningún lado, ni mucho menos adoctrinar oyentes según sus gustos u opiniones políticas. Mi papá decía, con orgullo, que el era «caracolero» de toda la vida, y nunca pensó en cambiar el dial porque se sentía tranquilo y confiado de quien le hablada del otro lado de la radiola vieja que teníamos en casa.
Pero con el tiempo eso ha venido variando negativamente, mucho más en el último año, con los cambios que se han presentado en la programación y en el personal que ahora está detrás del micrófono. ¡Quién iba pensar que con el retiro de Darío Arizmendi, se le iba a terminar extrañando! Si bien el comunicador no era una fuente de ecuanimidad e imparcialidad, por lo menos tenía gente en su mesa de trabajo que hacía contrapeso para que el oyente tratara de formarse su propia opinión a la hora de informarse en su programa de las mañanas. Y es que, precisamente, eso es lo que uno busca, no solo escuchar lo que compagina con lo que se piensa, sino también escuchar otras voces disonantes, otras opiniones y otras ideas contrarias. Lamentablemente programas como 6AM Hoy por Hoy, y sobre todo la decadente La luciérnaga se han vuelto trincheras de izquierda que atacan descaradamente al gobierno de turno que no les gusta y por el que expresan un odio visceral desmesurado. En mi opinión solo Darcy Quinn se salva, pero quedó rodeada de una jauría de leones que trata de callarla cuando ella expresa un pensamiento diferente.
¿Será que los directivos de Caracol Radio no se dan cuenta que Cathy Juvinao con sus peleas personales les está matando el rating de La Luciérnaga? Y ella ha llegado al punto de contagiar con su odio desenfrenado hasta al buen Don Jediondo, que ya deja ver en sus palabras un sesgo a la hora de hacer comentarios jocosos. Ese programa está a la deriva desde hace rato sin un buen conductor que haga volver por sus fueros en la labor de divertir e informar sin sesgo político. Se volvió aburridor que solo le den palo a una parte de los políticos de nuestro país y que se hagan los de la vista gorda ante las embarradas de exguerrilleros y libre pensadores ¿todo será a nombre de la falsa paz que nos vendieron? Sobreviven los programas deportivos en los que también tuvieron un relevo generacional que los ha afectado. Ya El Pulso del Fútbol no es lo mismo, pero ahí chapalea, así sea rifando televisores entre sus oyentes. Resalto a Diego Rueda en su espacio de 2:00 p.m. a 4:00 p.m. (único programa que escucho actualmente, pero que salgo despavorido del dial apenas termina) que es de la vieja escuela de Iván Mejía, y de los pocos que comenta sin la camiseta puesta.
Actualmente yo, como oyente, ya no me caso con una sola emisora, voy saltando en el dial de acuerdo a la hora y al programa que estén emitiendo. Y a partir de las 4:00 p.m. de lunes a viernes decidí escuchar música, para no tener que envenenarme con la parcialidad de Gabriel de las Casas y su combo. Ni hablar de W Radio, de la misma casa radial, que desde hace mucho tiempo más se descararon y se creen actualmente «el sistema radial acusatorio del país» con sus perros de caza Felix de Bedout, Yamit Palacio y otros tantos contaminados por el ego de Julito. Allá también le hacen encerronas descaradas a María Isabel Rueda por opinar diferente.
Ellos son los periodistas más reconocidos de este país, y yo solo un simple perico de los palotes dando una opinión. Pero de personajes como el que les habla depende que a ellos les vaya bien o mal en las mediciones trimestrales del ECAR. Por eso hoy tengo que decir…¡Me dueles, Caracol Radio, ya no puedo guardarte fidelidad! Y trayendo a colación una frase usada por muchos comunicadores antes de lanzarse a la yugular de sus entrevistados, se los digo… «con todo respeto».