En una reciente entrevista para Colmundo Radio el ya retirado periodista Iván Mejía Álvarez le tiró un varillazo a su excompañero de fórmula en el ahora alicaído programa radial «Pulso del Fútbol». Entre líneas dijo, «fíjese usted que programas como el pulso, el carrusel y la polémica de los deportes han tenido en común siempre el mismo sepulturero». Se le notaba dolido a Iván pues están acabando con la audiencia y con lo que construyeron en compañía del gran Hernán Peláez Restrepo; y yo estoy de acuerdo con esos conceptos. Da tristeza ver cómo esa «nueva camada de periodistas deportivos» que se acuestan DJs de una emisora musical y se despiertan analistas deportivos (frase célebre también de Mejía) están pisoteando el oficio de comentar y narrar los deportes en Colombia.

Se salvan muy pocos, se pueden contar con los dedos de la mano (saco de esa colada a Diego Rueda, a Juan Felipe Cadavid y a Orlando Ascencio) y con contadas excepciones generan credibilidad entre los oyentes, entre otras cosas porque «comentan» con la camiseta puesta; cosa que no hacían los de la vieja guardia. Hasta hace poco nos enteramos que Peláez es hincha del Deportivo Cali y que el equipo de los amores de Mejía es el América (cuenta la leyenda que dieron la vuelta olímpica de rodillas en el Pascual en compañía del Bocha Jiménez cuando «la mechita» ganó su primer título por allá en el 79). Y es mejor así, es mejor que uno sospeche pero que no pueda confirmar a que equipo le van pues eso hace que ellos, con criterio, puedan criticar a cualquier escuadra sin apasionamientos ni sesgos. Pero sin dar nombres hay que decir que lo de ahora es vergonzoso; «comentaristas hinchas» que no les da pena hacer análisis convenientes y desfasados se están tirando el periodismo deportivo del país. Tal vez porque han tenido una mala escuela como la Argentina, quizá porque las nuevas generaciones no son exigentes y les aceptan cada barrabasada que dicen, de pronto porque no hicieron el curso y quieren saltar de la silla del salón de la universidad directamente a una cabina de transmisión. ¡Y eso no es así mi hermano!, primero hay que hacer reportería, camerinos, estadísticas, cargarle la maleta a los más antiguos que se quemaron las pestañas para llegar a la cima.

No todo puede ser Twitter, Instagram y las encuestas de redes sociales; se equivocan si piensan que por tener miles de zombies que les aplauden todo en esas redes realmente son buenos y tienen credibilidad y prestigio. No voy a dar nombres pero ustedes pueden identificar quienes son esos «gomelos viejos» que andan por ahí pavoneándose en canales y espacios deportivos creyéndose el cuento ese de que son grandes comentaristas y analistas de la táctica del fútbol o de otros deportes. Me quedo con los buenos; con Hernán, Iván, con Wbeimar Muñoz Ceballos, con Óscar Restrepo Pérez y hasta con el polémico y sabiondo Carlos Antonio Vélez que por lo menos respetan el oficio.

¿Y que por qué un perico de los palotes como yo y que no es periodista se atreve a criticarlos? Pues porque yo hago parte de los que consumen ese contenido, el que veía esos programas y el que escuchaba las transmisiones antes de que se petaquearan todo. Hoy en día toca ser más selectivo y buscar al Tato Sanint o las pocos buenos que quedan por ahí pero, que pronto se retirarán.

¿En manos de quién quedamos?