Volver a la normalidad después de estar cinco meses encerrado por la cuarentena no es tarea fácil; se tienen que enfrentar muchos miedos porque el virus no se ha ido y aunque parece que ya el pico de contagio se superó, es ahora cuando tenemos que ser más responsables con el autocuidado y seguir al pie de la letra las normas de bioseguridad que recomiendan las autoridades de salud y por parte del Gobierno Nacional. Pero la vida debe seguir, y no podemos estar eternamente confinados al no existir economía que aguante. Por esa razón decidí tomar un vuelo en estos primeros días de septiembre que estaba aplazado, para un viaje de trabajo corto que no daba más espera, y decidí contarles la experiencia que puede servirles a los que deban volver a sus labores, a los que deseen reencontrarse con sus seres queridos o simplemente para los que estaban a la espera de poder regresar a su sitio de origen.
Lo primero que deben saber es que, en el caso del Aeropuerto El Dorado, tienen que, por intermedio de su aplicación, sacar lo que se llama un «Dorado Pass», para hacer más eficiente el ingreso a las instalaciones y así que tener el menor contacto con los funcionarios que allí trabajan. Lleven poco equipaje y estén dispuestos a controles aún más estrictos que los que existían antes de la aparición del covid 19; toma de temperatura en 3 anillos de acceso, varios lavados de mano, paso por cabinas de desinfección y distanciamiento social muy rígido que estarán controlados por voluntarios de la Cruz Roja, la defensa civil, la Alcaldía de Bogotá y el personal de seguridad del aeropuerto.
Literalmente te respiran en la nuca para hacer cumplir con todos los protocolos establecidos para todos los aeropuertos del país. Si lo suyo no es la disciplina, va a tener problemas, pues ellos tienen órdenes que permiten que las reglas se cumplan. De paso felicito a el Aeropuerto de la capital porque se nota que hicieron una gran inversión en equipos de alta tecnología que facilitan el desplazamiento dentro de las instalaciones del mismo.
No van a encontrar muchas opciones de ingerir alimentos, no podrán ingresar con acompañantes, pero ya al pasar a las salas de espera si hay varios locales abiertos que venden bebidas y mecato en la modalidad express, que no son platos muy elaborados ni que ameriten atención en mesas. El pasabordo, y creo que eso quedará permanente, será digital y se debe llevar en el celular con un código URL que se presentará en los diferentes filtros que existen para tal fin. Ya no se puede llegar con demasiado tiempo de anticipación y se debe cumplir el horario que estipule la aerolínea; esto aplica para todas las empresas que funcionan en Colombia.
El llamado para abordar ahora es más organizado; los grupos se deben respetar y la aeronave se llena de atrás para adelante, también se debe guardar estricto distanciamiento social en la fila, en el túnel de acceso y al ingresar al avión (en donde también te reciben con gel antibacterial). No se pueden ocupar los compartimentos donde antes iba el equipaje de mano en la parte de arriba, ahora las maletas pequeñas deben ir debajo del asiento asignado. De igual manera está cancelado el servicio de comidas a bordo y está restringido el ingreso a los baños del avión; tampoco se puede hablar con otros pasajeros, ni tener contacto físico con las azafatas. En ningún caso se puede retirar el tapabocas de su sitio, sopena de ser reportado a las entidades de salud y aeroportuarias.
No es necesario dejar espacio entre las sillas porque los aviones cuentan con un sistema que renueva el aire cada dos minutos, lo que indica que, si se es disciplinado, es muy seguro estar dentro del mismo. Al desembarcar se hace de adelante hacia atrás y de a tres filas (primero el lado derecho y después del lado izquierdo) hasta que se desocupe totalmente la aeronave. Se acabó eso de levantarse desaforadamente al pasillo del avión sin que siquiera el piloto termine de carretear.
En mi caso, el vuelo fue a Cartagena con la aerolínea Wingo, que ahora tiene unos aviones más espaciosos; les hablo de los Boeing 737-800 con capacidad para 186 pasajeros. Al llegar al aeropuerto Rafael Nuñez se repiten los mismos procedimientos de distanciamiento social, en los pasillos, en el momento de recoger las maletas y al salir a abordar el transporte para el hotel. Como ven, si se es disciplinado se le puede perder el temor a la nueva normalidad; muchos de estos protocolos permanecerán por periodos prolongados e inclusive se quedarán definitivamente. Pero hay que salir, hay que reactivarse, hay que volar de nuevo para que la economía de todos nosotros despegue, y por supuesto la de las aerolíneas también.