Somos un país cafetero y nos gusta que nos reconozcan en el mundo por ello, pero realmente ¿los colombianos sabemos de café? ¿Los que no somos oriundos de regiones en donde se cultiva el grano nos interesamos por el tema? La respuesta es NO y muchas veces el extranjero se ve más atraído por la fama universal que tiene el sabor y el aroma de nuestro producto estrella. Personalmente despierto pensando en tomarme una taza de café todos los días, y fue por eso que acepté la invitación de un amigo que vive en Chinchiná para contar la experiencia de hospedarse en una hacienda cafetera de mi país, Colombia.


Empiezo por decir que a los departamentos del Eje Cafetero ustedes pueden llegar vía aérea o terrestre, y que el aeropuerto que mejor funciona para tal fin es el de la ciudad de Pereira. Pero en mi opinión personal el vehículo en ese paseo es muy necesario para conocer mejor destinos turísticos como Salento, el Valle del Cocora, Quimbaya, Montenegro, el Parque Nacional del Café, Panaca, Manizales, los termales de Santa Rosa de Cabal y en general todo lo que compone el denominado Paisaje Cultural Cafetero, reconocido por la Unesco como patrimonio mundial. Pues así lo hice yo, teniendo como motivación adicional conocer el nuevo y esperado Túnel de la línea. En total el recorrido desde Bogotá conlleva unas 7 horas hasta Armenia y una hora y media más hasta mi destino final en Chinchiná, la hacienda La Gaviota, sitio donde me hospedaría durante 4 días para aprender, conocer y disfrutar del mejor café del mundo, el de Colombia.


La Hacienda La Gaviota, que entre otras acaba de ganar el Traveller Review Awards 2021 en Booking, con una calificación promedio de 9.9 dada por los usuarios, cuenta con dos habitaciones para 4 personas, y una habitación para 3 personas. Además de eso tiene los servicios de alimentación, wifi, lavandería y agua caliente en las duchas. Es un lugar para descansar, para estar en el campo, para caminar y para respirar aire puro. No esperen piscina, bar, música a todo volumen y bullicio hasta altas horas de la noche. Se despierta todos los días con una buena taza de café, se programa una caminata con uno de los anfitriones del sitio en donde se caminan los cafetales de las 10 hectáreas, te explican el proceso desde que la planta de café está en esas bolsas pequeñas para trasladar a la tierra o como se siembra la semilla, cómo el árbol madura hasta dar el fruto, te dan a probar el grano antes de ser despulpado y secado en la misma finca, etc.

Durante los recorridos por los caminos de la finca me encontré con varios recolectores que llevan años haciendo esta noble labor, pude hablar con ellos, compartí en los llamados «alimentaderos» un plato de comida que casi todos los días se compone de fríjoles, tajada de maduro o patacón verde, arroz blanco, arepa y chicharrón. Ellos se sienten orgullosos del trabajo que realizan, de sus tradiciones y del aporte que le hacen al país. En Colombia se siembra el café en montañas, en un clima en donde hace calor en el día y frío en la noche (lo ideal para que se de este cultivo), y se recoge el grano manualmente. Por eso que nuestro café es mejor, a diferencia que el de Brasil, quien a pesar de ser el mayor productor del mundo, lo siembran en plano y lo recolectan con máquina, lo que hace que se revuelvan granos verdes con maduros y su sabor no sea tan bueno.


Después de toda esta enseñanza y recorrido enriquecedor, entra mi amigo Jorge Ospina, dueño del sitio y de la marca Baris Mons Café. Es una de las personas que más sabe del tema en Colombia; lleva en su sangre la sabiduría de sus ancestros que también fueron cafeteros, su esposa Carolina igualmente lleva la estirpe y la tradición de la región y de las más de 500.000 familias que se dedican a cultivar el producto. Con ellos se puede disfrutar de una cata de café en donde se aprende de diferentes maneras y técnicas del producto por excelencia que muchos tomamos a diario, y del cual después de esta experiencia me siento aún más orgulloso. Si usted no se quiere hospedar en el sitio también ofrecen un pasadía, que incluye almuerzo, recorrido, caminata y la cata del café.

Son muchas más las cosas que aprendí y que podría contar en este escrito, pero hay que dejar algo a la imaginación. En la parte de arriba les publico un video para que se antojen más de la experiencia de estar en una finca cafetera en Colombia.

Posada rural hotel Hacienda La Gaviota
Vereda Naranjal, Chinchiná-Caldas-Colombia
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