Tengo recuerdos de niño cuando mi papá, en su Renault 4, nos llevaba los fines de semana a visitar un par de tías que viven en Zipaquirá. Era la oportunidad para verse con los primos mientras los adultos se echaban un chico de tejo y las mujeres hacían visita, hacían colaciones y preparaban un gran piquete para toda la familia. El viaje para la capital salinera de Colombia empezaba muy a las 6 a. m., pues a mis padres les gustaba llegar a desayunar a la plaza de mercado del pueblo para degustar caldo de costilla, gallina, morcilla de bola, yuca, papa y ají. Allí se encontraba uno con mucha gente de la televisión, como el presentador del ese entonces Noticiero Criptón, don Hernán Castrillón Restrepo, alma bendita.


Más adelante, y ya de adulto, por mi trabajo decidí radicarme un tiempo allá, y mi hijo nació en la clínica de la creciente ciudad, reforzando aún más los lazos y el sentido de pertenencia por esa región de Cundinamarca. Después como taxista tuve la posibilidad de llevar a muchos turistas nacionales, pero sobre todo extranjeros, a la que fue considerada en su momento una de las 7 maravillas del mundo; la imponente catedral de Sal de Zipaquirá, y que hoy día sigue siendo su mayor atractivo, trayendo de paso progreso en el sector gastronómico y hotelero. Pero Zipaquirá no es solo eso, como muchos piensan. También es una despensa alimenticia y lechera para Bogotá, teniendo una parte rural en donde se cultivan muchas de las hortalizas que llegan a nuestra mesa. Cuenta con un nuevo hospital recién inaugurado a principios de la pandemia (afortunadamente) y actualmente crece a pasos agigantados en proyectos de vivienda de interés social, en donde se pueden conseguir viviendas nuevas a un menor precio que en Soacha o la capital de la República.


Pero definitivamente a Zipaquirá la puso de moda el «joven maravilla» Egan Bernal, ganador del primer Tour de Francia para Colombia y más recientemente del Giro de Italia. De camino a la mina de sal se hizo un gran mural en honor a él, paso obligatorio de propios y extraños para tomarse la respectiva selfie. Aunque nacido en Bogotá, Egan fue criado allá, y todos sus habitantes lo sienten como propio; por todas las calles se respira y no se habla por estos días de otra cosa que no sea del gran ciclista que dio esa tierra.


Actualmente, la ciudad cuenta con un sector muy parecido a la Macarena en Bogotá llamado la Plaza de la Independencia, en donde se puede ir a almorzar, a tomarse un café o tal vez un par de cervezas. Tiene un pequeño centro comercial (ya le hace falta uno más grande), cancha de bolos, un sector comercial en la carrera décima, una amplia oferta gastronómica con platos típicos de la región, varios hoteles que hospedan a extranjeros que la visitan por turismo o por trabajo, y es paso obligado si usted va para la represa del Neusa, para Cogua, en donde se come una de las mejores fritangas del país, o para Pacho Cundinamarca y el Valle de Ubaté.


A Zipaquirá se puede llegar en carro por la autopista norte, en flotas que salen desde el terminal Salitre o el portal del norte, pero también en recorrido los fines de semana en el famoso Turistren, que al llegar a la ciudad, lo llevan directamente a la catedral de sal y le ofrecen un recorrido por los sitios turísticos y de interés más representativos. La invitación entonces es para visiten Zipaquirá un fin de semana de estos; es la tierra de nuestro campeón Egan Bernal, de quién nos sentimos muy orgullosos.

Algunos restaurantes recomendados para visitar en Zipaquirá:

– Palacio de la gallina «El Político»
– Piqueteadero «El Chanchito» (vía a San Jorge)
– Restaurante Parolaccia
– Pescadería Cabo Azul
– Asadero Cinco Esquinas
– Restaurante La Cascada