Por mis venas corre sangre tolimense, pero ese bello departamento, con una gastronomía poderosa, es grande y nunca se acaba de conocer. Recibí la invitación hace poco de un amigo que viaja seguido a la región por temas de trabajo, y como sabía que me apasionaba el tema del café, estaba seguro que no me iba a negar. Salimos por la parte de la calle 80 muy temprano, y desviamos por Funza-Mosquera-Mondoñedo para evitar los monumentales trancones de la autopista sur. El recorrido, aunque un poco extenso, valió la pena porque aprendí mucho del tema y observé unos paisajes nuevos para mi; a Planadas Tolima solo lo había escuchado por noticias en épocas fuertes de violencia por parte de las Farc. Llegando sobre las cinco de la tarde el olor a campo me sacaba una sonrisa; los que somos demasiado citadinos gozamos con ese clima, con esos olores característicos a fogón de leña, a pasto fresco, y por supuesto a café.

En la noche baja un poco la temperatura, pero precisamente ese es el clima que le sirve a los cafetales: calor en el día y frío en la noche. Ahora que soplan vientos de paz en la región, aunque hay consecuencias negativas del proceso mal negociado, muchos de los que antes eran guerrilleros rasos de la zona, sí aprovecharon realmente la oportunidad volviéndose agricultores o promoviendo un nuevo tipo de turismo: el del avistamiento de aves. Nadie como ellos conocen esas montañas, y muchos extranjeros llegan a Planadas atraídos por la riqueza que sobre ese tema tiene Colombia.

La visita empezó al día siguiente acudiendo a la finca La Isla, de propiedad de doña Edith Enciso, una eminencia en la materia, muy reconocida en el sector cafetero. Fue ganadora de la «taza de oro a la excelencia» en el año 2006 y es la responsable de cultivar el café de la marca Tungy, de propiedad de mi amigo Odair Velasco. A pesar de toda su fama, la señora Edith goza de una sencillez infinita, y nos recibió en su casa para compartirnos todo su conocimiento. Ese que solo tiene el campesino, el que cultiva la tierra y el que ha vivido la mayor parte del tiempo entre cafetales y montañas.

Mientras me pasaba numerosas variedades de café para que catara y sintiera la diferencia de acuerdo a la tostión, a la acidez, etc…, me iba mostrando orgullosa un álbum en donde tenía todos los recortes y las fotos de toda su vida en el mundo cafetero. A su vez, su nieto nos ofrecía una fruta que había bajado el mismo del árbol, y cargaba al gato por los cafetales para mostrarnos indirectamente que él a su escasa edad amaba y también se sentía feliz en esta tierra. La verdad era que yo estaba muy amañado con el ambiente y con todas las atenciones que estábamos recibiendo. Compartimos un almuerzo humilde pero delicioso, hecho por las manos de la señora Edith, que no nos quería dejar ir sin antes llevarnos a la despulpadora, al secadero y a mostrarnos todo el proceso por el que pasaba el Café Tungy.

Pero debíamos continuar; en la tarde teníamos una cita con el gerente comercial de ASOPEP (asociación de productores ecológicos de Planadas). Él nos contó que nacieron en 2013 con el fin de ayudar a esos que querían emprender en la región, y no exclusivamente con café. A sus oficinas, por ejemplo, llegó hace unos años un muchacho llamado Luis Felipe pidiendo trabajo y queriendo aprender sobre el tema del cultivo del cacao. La entidad lo capacitó previamente, pero le dio a elegir entre ser empleado o empresario; lo animó a que con el apoyo de ASOPEP fundara su propia marca y volara solito en el mediano plazo. Y el muchacho lo logró, hoy lo reconocen como el «Willy Wonka» de Planadas, porque fundo hace pocos años su marca de chocolate «Tradición Campesina» reconocida ya en Ibagué como una línea de excelente calidad, con el plus de que es cien por ciento orgánico.

La entidad, aparte de apoyar a pequeños y medianos emprendedores, también cumple la función de capacitar en temas de café y campo a grandes y chicos, aportando así mucho valor agregado a toda la región agricultora. Después de esa historia no quedaba otra que ir hasta la tienda de Luis Felipe para escuchar de propia voz lo que nos habían contado en ASOPEP; y hasta allá llegamos encontrándonos con vitrinas llenas de diferentes presentaciones de chocolate, del que me lleve varias libras para la casa. Luis Felipe es todo un personaje, a su corta edad tiene las ganas y el empuje que le hacen falta a muchos jóvenes de ciudad. Aprovechó la oportunidad que le brindaron, trabajó arduamente para posicionar su marca y sigue pensando en crecer para poder vender a más departamentos de Colombia. Tal vez por eso el motivo de este escrito; porque si en algo uno puede ayudar a que ellos sean más visibles y Planadas quede en el radar de más personas a las que les gusta degustar de una buena taza de café o de chocolate es bienvenido.

Tungy Café y chocolate Tradición campesina ¡productos hechos con manos de paz!