Tenemos la percepción que en el Congreso de nuestro país hay un poco de vagos buenos para nada que van a calentar puesto y a agarrarse de las mechas durante cuatro años; que trabajan pocos días y que después se van a sus regiones de vacaciones por largos periodos. Y puede que eso sea parcialmente cierto, pero como en todo, por ahí existen unos que hacen bien su tarea, y que sacan leyes muy importantes para los colombianos.
Me encontré con una maravillosa columna de Margarita Bernal, en esta misma casa editorial, que llevaba por título «Encanto Gastronómico». En su escrito ella habla que fue a ver la película de Disney y que pudo percibir sutilmente las referencias gastronómicas que en la cinta se hacen sobre nuestra comida tradicional. Me sentí totalmente identificado con lo que expresa y yo también estuve muy pendiente de cuando se mostró la taza de café, la arepa con queso, la panela, las achiras, las macetas, los buñuelos, las empanadas, las arepas de huevo, el jugo de lulo y hasta el ajiaco servido como Dios manda. Pero lo que más me llamó la atención es que me enteré por la chef que existe una ley, la 2144, sancionada el 10 de agosto de 2021 (hacer click aquí) en donde se dictan normas encaminadas a salvaguardar, fomentar y reconocer la gastronomía colombiana.
Dentro de los objetivos de esta ley está empoderar a los productores de las materias primas locales, desarrollar y difundir los saberes a través del conocimiento de los productos de la cocina tradicional colombiana, incentivar a los visitantes a conocer y consumir productos locales, sensibilizar a los productores en la conservación del medio ambiente y el de su entorno, fomentar el consumo de productos saludables, fortalecer la producción y consumo de platos tradicionales y los restaurantes que ofrezcan la gastronomía colombiana, y crear una red turística de restaurantes y espacios abiertos que promuevan la gastronomía y los saberes tradicionales que sean parte de la oferta turística. También se habla de crear un sello gastronómico tradicional colombiano a restaurantes que tengan mínimo cuatro platos típicos en su carta y que guarden las recetas tradicionales de las regiones de donde vienen dichos platos. Serán la Superintendencia de Industria y Comercio en coordinación con los Ministerios de Cultura y de Comercio Industria y Turismo los encargados de dar dicha distinción que conlleva, aparte del reconocimiento, capacitaciones, registro en las guías oficiales de promoción de sitios recomendados para comer por ser restaurantes con el sello gastronómico colombiano y pertenecer a una ruta turística de gastronomía colombiana dentro de una página web que se creará y que permitirá tanto al turista nacional como extranjero consultarla antes de emprender un viaje de vacaciones por nuestro país.
Independientemente de las posturas políticas de la película Encanto, coincido con Margarita en que Disney le abrió una gran posibilidad a Colombia en temas turísticos y gastronómicos que ya se están empezando a notar, a pesar de las restricciones de la pandemia. Tenemos que aprovechar eso para vender nuestro país por intermedio de nuestras costumbres gastronómicas, sintiéndonos orgullosos, por ejemplo, de nuestra agua de panela, que debería (cuando se pueda) ofrecerse en los aviones. Hay que crearle la curiosidad al turista, sobre todo al extranjero, sobre el origen y el porqué de nuestros platos, que tienen casi todos unos antecedentes indígenas, campesinos y muy populares. Así lo hace México, así lo hacen también nuestros vecinos peruanos, que son potencias mundiales gastronómicas actualmente. Deberíamos como colombianos saber el origen y la historia de nuestros platos típicos, por lo menos el de la región donde nacimos, para poder contárselo de manera adecuada al turista que nos visite, apropiarnos de nuestras raíces e incentivar también en las nuevas generaciones la comida tradicional con la que nos criaron los abuelos; que no sea solamente pizza, salchipapas y hamburguesas, que es lo que más piden los jóvenes cuando van a un restaurante en familia. El paladar se debe acostumbrar a esos sabores autóctonos desde temprana edad, para crear memoria gastronómica.
Me encantó esa ley y no me importa a quién se le haya ocurrido legislar sobre el tema ni de qué partido político sea, pero hay que agradecerle por preocuparse por hacer país y dejar unos lineamientos sobre la maravillosa gastronomía que tiene Colombia. La bautizaré como «la ley Encanto».