Tomarse un tiempo es dedicar unas horas, unos días, a mí… a pensar qué es lo que queremos, qué nos genera por dentro un torrente de emociones y nos carga la batería. Tomarse un tiempo para nosotros mismos es darnos la oportunidad de corregir la ruta en el camino de la vida. ¿Soy feliz realmente? ¿Qué quiero hacer y quién quiero ser? ¿Qué me hace vivir?
Estas reflexiones nos cuestan trabajo porque nuestro entrenamiento nos convenció de que lo único que debemos hacer es trabajar, producir, pagar cuentas, adquirir bienes y servicios. Algo así como si la felicidad fuera casa, carro y beca. Eso alimenta el ego. Cuanto más grande el carro o la casa, o más lejos la universidad del master, mejor. Pero se nos olvida que debemos alimentar el espíritu, el alma o la energía. Como quiera que la llamemos, es necesario alimentarnos por dentro. Cuanto más alimentemos el alma, más humilde el EGO: pero eso no está en la orden del día.
Pero ese es el camino. Alimentar el espíritu, darnos alimentos para el alma. ¿Te gusta el cine? Ve. ¿Te encanta la lectura? Lee. ¿Te fascina salir de paseo bajo el sol o la lluvia? Ve y pasea. ¿Te encanta bailar? Sal y baila o quédate en casa y baila. El mensaje es que debemos empezar a vernos hacia adentro para encontrar aquellos alimentos del alma que nos llenan y nos emocionan. Así poco a poco crecemos dese adentro y desde ahí seremos capaces de gestionar cultura de paz.
La paz no es sólo ausencia de conflicto. La paz es encontrar ese estado de tranquilidad, armonía, serenidad, amor. Cuando logremos nuestra paz interior entenderemos que la felicidad es cuestión individual y para alcanzarla sólo necesitamos decidir ser felices.
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