Demos el primer paso…
«Durante la visita del Papa a Bogotá, su primer encuentro público será con un grupo de jóvenes en la plaza de Bolívar, estos muchachos que a veces nos cuesta comprender, pero que constituyen nuestra renovación, nuestra esperanza.
Llamamos ‘Millennials’ a esa generación de bebés que nacieron entre los años ‘80s y ‘90s y que se hicieron mayores al entrar el milenio. Al parecer, tienen una forma de comportarse diferente a la de las antiguas generaciones, por lo que es muy fácil encontrar artículos sobre cómo se alimentan, cómo invierten, cómo se divierten.
Los estudiosos de la gestión del talento humano, se desconciertan por su mentalidad: en el mundo de hoy la aspiración de las personas ya no es entrar a una gran empresa, permanecer en ella e ir escalando posiciones poco a poco para hacer una carrera. Las nuevas generaciones quieren estar algunos años, para luego experimentar en otros lugares, parecen tener baja lealtad institucional y no desarrollan sentido de pertenencia, no están movidos necesariamente por el salario, sino que buscan otro tipo de compensaciones, buscan flexibilidad en el trabajo y la posibilidad de crecer y tener experiencias nuevas.
Son difíciles de motivar y retener en las organizaciones y, en muchos casos, la recomendación más sensata es dejarlos ir porque las condiciones que piden para seguir motivados implican ceder mucho de las necesidades institucionales para acoger los deseos de una persona un poco caprichosa y rebelde.
La mirada de los mayores sobre estas nuevas generaciones puede ser muy pesimista: personas sin compromiso, consumidores insaciables de experiencias, rebeldes e informales, hedonistas, movidos más por propósitos individuales que por la construcción de proyectos colectivos. Es como si saliéramos de un paraíso, ahora perdido, y nos viéramos abocados a una decadencia ante generaciones que nos cuesta comprender y gobernar.
De otro lado sabemos que, el mercado del trabajo y las oportunidades son cada vez más precarias: es casi imposible mantener una pequeña familia con el ingreso de una persona, los salarios que se ofrecen a los jóvenes son muy bajos con respecto a las generaciones anteriores, las condiciones de la seguridad social se han deteriorado al punto que muchos de nosotros y las generaciones por venir difícilmente tendremos acceso a una pensión digna, con expectativas de vida muy altas y con grandes incertidumbres.
Para ir un poco más al fondo, quiero invitarlos a dos reflexiones: la sociedad que hemos construido, con sus grandes posibilidades, pero también con sus profundas crisis y, desde mi experiencia de conocer y trabajar con jóvenes universitarios y profesionales jóvenes, algunas pistas para la esperanza.
Como nos lo recuerda el Papa en su Encíclica Laudato Si, hemos construido un mundo atravesado por una profunda crisis, social y ambiental, cada vez somos más conscientes de que se requiere un radical cambio de nuestro modo de vida si queremos cuidar este planeta sobrepoblado y depredado por un modelo político y económico que ha privilegiado las ganancias de unos pocos. De otro lado, el país se ha venido comprometiendo en un proceso de reconciliación, la noticia en política del mundo en los últimos veinte años, puede ser la gran oportunidad de transformar un país o la mayor frustración de nuestra historia.
Nuestros muchachos han crecido sobreprotegidos por papás temerosos y ausentes, han tenido acceso a más información y más rápido que ninguna otra generación, sus estándares de vida han sido superiores a los de sus padres, han explorado su sexualidad y se han visto expuestos a experiencias límite sin control, han tenido la oportunidad de abrirse al mundo.Al llegar a la adultez, estos jóvenes se integran a una sociedad que no les promete mucho, ni les da mucho espacio para soñar. Se trata de generaciones que viven el desencanto de ideas que movilizaron a sus mayores: el progreso y el desarrollo, la búsqueda de transformaciones sociales, la rebeldía de la cultura.
En Latinoamérica, los jóvenes siguen siendo signos de esperanza. A pocos pasos de nosotros, hemos visto muchosjóvenes que en Venezuela han luchado casi desnudos contra tanques de agua a presión, bombas lacrimógenas y francotiradores; más de cien de ellos han muerto ya por defender la libertad en su país. Son los mismos que, casi espontáneamente, salieron a marchar para defender el acuerdo de paz, los que defienden con fervor los derechos de los animales. Héroes para algunos, masas movidas por emociones para otros, nuestros jóvenes también han sido capaces de mostrarse luchadores aguerridos, seres comprometidos con causas que consideran justas.
En mi experiencia con jóvenes entre los 20 y los 30 años, me encuentro también con seres muy sensibles, hombres y mujeres capaces de recibir y expresar afecto; personas comprometidas con el cuidado del medio ambiente y dispuestos a explorar otros modos de vivir. Son curiosos, deseosos de aprender y descubrir, muchos quieren poner a prueba sus capacidades y su creatividad y construir empresas nuevas. Nuestros milennians son muy sensibles a ser tratados injustamente y buscan relaciones abiertas y horizontales, desconfían mucho de la formalidad y quieren expresar su autenticidad. Si bien están inmersos en el consumo y se mantienen conectados, tienen búsquedas espirituales propias.
Como todas las generaciones que se han ido configurando a lo largo de la historia, nos encontramos ante luces y ante sombras; los padres, aunque perplejos ante modos de ser que no comprenden, saben que son sus hijos y los quieren.
Hoy el diálogo entre las generaciones se hace necesario, estos jóvenes que tanto nos hemos esforzado por formar bien tienen una palabra que decir sobre el mundo que quieren construir, en el que quieren vivir. Son ellos los llamados a generar propuestas que transformen este mundo que no resiste más consumo y acumulación de capitales.
Los líderes espirituales de nuestro tiempo, pocos pero sabios,como nuestro Papa inspirador, se han pronunciado, con gestos y palabras, en este sentido y han encontrado eco en los jóvenes.
Preparémonos todos para acogerlo y recibir su mensaje, serán cuatro días cargados de símbolos y de palabras con los que el Papa quiere compartir con nosotros, transmitirnos su alegría y solidaridad. Demos el primer paso.»
Una REFLEXIÓN del Padre LUIS FERNANDO quien con su ESPECIAL vision de los TIEMPOS que corren nos aporta a esta próxima visita a COLOMBIA del SANTO PADRE…
VIVÁMOSLA… en PAZ & PLENITUD según nuestra FE…
Aquí unas frases para conocerle un poco mas…
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LOS DIALOGANTES DE HOY
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FOTOS : ALEXANDER PINZON