De la ENCÍCLICA del PAPA (e) BENEDICTO XVI… HOY este APARTADO…

 

En este homenaje; a partir de ahora PÓSTUMO; dice el PAPA (e) BENEDICTO XVI..:

¨El desarrollo económico político y social, si quiere ser auténticamente humano, necesita dar espacio al principio de gratuidad como expresión de fraternidad. (C.V 34)”

TERCERO

FRATERNIDAD, DESARROLLO ECONÓMICO Y SOCIEDAD CIVIL

II.PARA IMPULSAR LA ECONOMIA DE GRATUIDAD

42. Las metas de humanización solidaria de la globalización

a. El proceso de globalización

A veces se perciben actitudes fatalistas ante la globalización, como si las dinámicas que la producen procedieran de fuerzas anónimas e impersonales o de estructuras independientes de la voluntad humana.

A este respecto, es bueno recordar que la globalización ha de entenderse ciertamente como un proceso socio-económico, pero no es esta su única dimensión. Tras este proceso más visible hay realmente una humanidad cada vez más interrelacionada; hay personas y pueblos para los que el proceso debe ser de utilidad y desarrollo, gracias a que tanto los individuos como la colectividad asumen sus respectivas responsabilidades. La superación de las fronteras no es solo un hecho material, sino también cultural, en sus causas y en sus efectos.

b. La globalización realidad humana

Cuando se entiende la globalización de manera determinista, se pierden los criterios para valorarla y orientarla. Es una realidad humana y puede ser fruto de diversas corrientes culturales que han de ser sometidas a un discernimiento. La verdad de la globalización como proceso y su criterio ético fundamental vienen dados por la unidad de la familia humana y su crecimiento en el bien. Por tanto, hay que esforzarse incesantemente para favorecer una orientación cultural personalista y comunitaria, abierta a la trascendencia, del proceso de integración planetaria.

c. Protagonistas y no víctimas de la globalización

A pesar de algunos aspectos estructurales innegables, pero que no se deben absolutizar,

«la globalización no es, a priori, ni

buena ni mala. será lo que la gente haga de ella».

Debemos ser sus protagonistas, no las víctimas, procediendo razonablemente, guiados por la caridad y la verdad. Oponerse ciegamente a la globalización sería una actitud errónea, preconcebida, que acabaría por ignorar un proceso que fiene también aspectos positivos, con el riesgo de perder una gran ocasión para aprovechar las múltiples oportunidades de desarrollo que ofrece.

d. Posibilidades y fallas de la globalización

El proceso de globalización, adecuadamente entendido y gestionado, ofrece la posibilidad de una gran redistribución de la riqueza a escala planetaria como nunca se ha visto antes; pero, si se gestiona mal, puede incrementar la pobreza y la desigualdad, contagiando además con una crisis a todo el mundo.

Es necesario corregir las disfunciones, a veces graves, que causan nuevas divisiones entre los pueblos y en su interior, de modo que la redistribución de la riqueza no comporte una redistribución de la pobreza, e incluso la acentúe, porque podría hacernos temer también una mala gestión de la situación actual.

Durante mucho tiempo se ha pensado que los pueblos pobres deberían permanecer anclados en un estado de desarrollo preestablecido o contentarse con la filantropía de los pueblos desarrollados. Pablo VI se pronunció contra esta mentalidad en la Populorum Progressio.

e. Los recursos materiales

Los recursos materiales disponibles para sacar a estos pueblos de la miseria son hoy potencialmente mayores que anies, pero se han servido de ellos principalmente los países desarrollados, que han podido aprovechar mejor la liberalización de los movimientos de capitales y de trabajo. Por tanto, la difusión de ámbitos de bienestar en el mundo no debería ser obstaculizada con proyectos egoístas, proteccionistas o dictados por intereses particulares.

La participación de países emergentes o en vías de desarrollo permite hoy gestionar mejor la crisis.

f. Metas de humanización solidaria

La transición que el proceso de globalización comporta, conlleva grandes dificultades y peligros, que sólo se podrán superar si se toma conciencia del espíritu antropológico y ético que en el fondo impulsa la globalización hacia metas de humanización solidaria.

Desgraciadamente, este espíritu se ve con frecuencia marginado y entendido desde perspectivas ético-culturales de carácter

individualista y utilitarista.

La globalización es un fenómeno multidimensional y polivalente, que exige ser comprendido en la diversidad y en la unidad de todas sus dimensiones, incluida la teológica. Esto consentirá vivir y orientar la globalización de la humanidad en términos de relacionalidad, comunión y participación.

Cualquier parecido con la REALIDAD es mera COINCIDENCIA.

Aún se recuerda el CONCEPTO inspirador de la ENCÍCLICA que tanto APORTA …

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FOTOS : CAROLINA SANCHEZ MONTEALEGRE