Mi defensa apasionada de los tacones, en su 2da edición a pocos días de cumplir dos años de ‘Los tacones son como los hombres se doman de a poquito’. Esto es solo una anécdota, un tris de historia de la moda y un par de pepatips para quien como yo, ama sus tacones.
Isabel ‘pepa maria’ Riascos
Tacones, tacones, tacones, los hay de todos los precios, colores, tamaños, etc., mágicamente al pasar por una vitrina nos seducen y a veces empeñamos hasta el alma por ellos -bajo el lema de compradora compulsiva: Dios Proveerá-. Si, extraño placer, objetos que conjugan muy bien con el vaivén del caminar de una latina. Y en esta temporada están de moda los planos, los oxford shoes muy lindos y todo, pero mis tacones siguen siendo los reyes y por eso me concentro en ellos.
Cuenta la historia de un día que estaba en el baño de un prestigioso hotel de un pueblo pequeño -infierno chico-y a mi me dio por vestirme como si estuviera en la 5ta avenida de NYC, de esos días que a una le dan por tirarse todo el baúl encima -así de embelequera-, ese día mis zapatos recibieron varios elogios y un insulto, como por ejemplo el de la típica tía rancia -¿quien no la tiene?- que se acercó mirándome con la nostalgia celosa que sus arrugas áridas de colágeno y me dijo:
¡hmm, por aquí las que usan tacones son las fulanas mijita!. Y para mis lectores fuera de Colombia:
Fulana:
1. Mujer de entrepierna inquieta, moral distraída, también conocida como: la tales.
(…) Frase que me sacó -OBVIO- la mismísima #FashionPiedra, por supuesto, porque las historias relatan que de joven mi tía abuela usó pantalón cuando no era bien visto en las señoritas bien puestas y se puso tacones también, era bien rebelde solo que la edad le entró con maña, pero yo saqué mi manual de Carreño y le apliqué la bala diplomática por su respetable edad y le dije:
Entonces tía, yo soy una fulana, y de las caras, para costearme estos zapato, así mis diplomas en la pared opinen lo contrario. A lo que responde: ¡hmm! bonitos si son… pero allá tú y tus modernismos. ¡Hello!
Momento que me causó bastante estupor. Y es que los benditos zapatos no son tus tarimas tipo Ivy Queen, son clásicos. Era un zapato alejado de todo concepto de lobería, tenían simplemente: Tacón alto. Y no era tu tacón así con tus 500 de Charosky, ‘mirella’ o lo que sea, nada de eso, clásico, clásico. Obvio me iba a indignar.
Ante tal expresión, yo opino totalmente lo contrario: mi pensamiento liberal me hace afirmar que el tacón no hace a la fulana. A cualquiera le puede pasar una ‘fulana’ por su lado con zapatos sin tacón. Difícil de aceptar ese pensamiento pero es entendible en una sociedad que glorifica más a una prepago que a una mujer profesional.
Por lo tanto, en representación de quienes usamos y amamos los tacones y que por lo menos NO vivimos de la vida alegre, sino de la vida triste’ la de madrugar, trabajar y pagar y pagar, dedico esta columna.
Es más, eso me quedó patinando en el coco hasta que regresé a Cali y me puse a revisar a fondo la historia del tacón. Intuitivamente asumí que los primeros usos del tacón no fueron de fulanas, y por sorpresa, no estaba tan mal.
Porque si de remontarnos al pasado se trata, les cuento que en la boda entre Enrique II de Francia y Catalina de Médici, en 1533, se lucieron los primeros zapatos de tacón alto con tal elegancia, que de inmediato comenzaron a popularizarse en la alta sociedad gracias a la celebración de este evento.
La Catalina era perversa y elegante, pero no una ‘fulana’, o por lo menos sus diez hijos fueron del mismo Rey.
Ya después, hacia 1660, un zapatero, Nicolás Lestage, fue capaz de realizar unos zapatos de tacón alto para el rey Luis XIV y este diseño pronto hizo su variante para mujeres.
Más adelante, Madame de Pompadour (famosa cortesana, fulana o mujer de moral inquieta pero VIP o sea una Very Important Prostitute) llegó a vestirlos haciendo de su estilo el famoso “Tacón Pompadour”, usado luego por mil señoritas castizas de sociedad.
Ah, o sea, y que quede bien claro: ¡que el tacón NI discriminaba, NI definía la moral de una mujer!
Luego vino ‘El Renacimiento’, ¡BENDITO SEA DIOS! Porque llegó la luz al pensar del hombre.
Para quienes no recuerdan, o simplemente no tienen ni idea (porque ahora para los peques todo es el chat, perreo, reggaetón y al diablo con la historia, este fue un periodo crucial por los cambios políticos, socio- intelectuales, donde muchas mentes despertaron del oscurantismo.
Para mi fortuna, soy hecha en la decada de los 80′s, porque de haber nacido antes del Renacimiento, hoy estaría pintada en libros como alguna hereje quemada por revolucionaria en pro de la liberación femenina.
En fin… resulta que es en este periodo, en que el calzado dejó de ser un simple zapato y se le empezaron a introducir cambios, como la famosa plataforma -que es como el magic up de los pies, además de descansar el pie, nos regala unos nobles centímetros de más que a nadie le caen mal.
Así pues, bienvenidos los zapatos de tacón, los mismos que desde el comienzo del siglo XVIII aparecieron para agregar sensualidad a los pies de las señoritas más no fulanitas.
Y hoy por hoy, son los que se han convertido en objeto del deseo de la mayoría de nosotras, porque son un simple pedestal de la mujer, así nos hayamos pegado unas caídas monumentales en ellos. Incluso muchas veces algunas hemos sido capaces de pagar sumas ridículas por un par de ellos -y no digan que no-. Que hay mucha Carrie Bradshaw’s por allí.
Recuerdo haber gastado íntegro mi primer sueldo en un par de zapatos, pues claro; como no tenia que pagar renta, mercado, mucho menos leche, ni pañales… pero de que hacemos todo por ellos, ¡lo hacemos! – Tuve que acudir al banco mamá-papá-prestan para llegar a fin de mes, dinero que nunca pagué, que vergüenza. -tampoco cobraron-.
En la actualidad, los tacones los usamos las mujeres, pero son tan irresistibles que hasta Prince y Simon Cowell llevan su taconcito, ¿por qué?, quién es que sabe, tal vez sentirán el insta-chic que una vive frente al espejo al ponerse un par de tacones. Pero un man con tacon? cero, coma, cero (0,0).
Lo único que sí sé, es que sólo el tacón tiene la magia de estilizar la figura reduciéndote hasta 5kgs en 3 segundos, aparte de que nos otorgan cierto grado de glamour, distinción y elegancia. Y nos fascina andar con ellos así la procesión vaya por dentro.
El atuendo que lleves lo define el calzado. Su vestido puede ser de tres pesos pero si usted lleva unos tacones bien puestos se lo eleva porque, se lo eleva.
En cambio no aplica para el caso ‘del mismo modo en el sentido contrario’, donde por más lujoso que sea su vestido, si le pone un tacón de 3 pesos… allí nada-que-hacer, se va al suelo su atuendo.
Retomando la frase susurrada a mis oídos que me causó un leve trauma, considero que el hecho de que alguien lleve zapatos planos NO la hace menos fulana que quien lleve tacones altos.
Es decir, el tacón NO define a la fulana, así como la cruz en su pecho, no define el diablo en sus hechos. Lo que define su moral considero son sus acciones, ademanes, y en general un conjunto de particularidades que saltan a la vista hasta del más ciego…
Claro está, hay de particularidades a PARTICULARIDADES, y no veo cual es el show y misterio de algunas mujeres con el uso de los glamurosos tacones…
Pero bueno, pasando de particularidades, llegamos al ¡Hay de tacones a TACONES!. Yo una enamorada de ellos y entre más estilosos mejor, por supuesto me sentí ofendida e indignada ante tanta ignorancia retrograda al escuchar una frase de esas, porque, perdóname pero discúlpame, ¡yo fufa NO SOY PUES!.
De inmediato como que: – ‘¿ve y que, qué paso aquí?’ Me sentí en 1810. Cero que me iba a quitar mis tacones, y jamás iba a aplicar el “a donde fueres haz lo que vieres”; pues siempre insisto en que en un marco del respeto a donde fueres SE lo que ERES y punto, con tacón o sin tacón.
De inmediato bajé mi mirada a mis fabulosos tacones y sentí que tanta ignorancia me atropelló la alegría de mi espíritu, y sentí candela correr por mis venas VOGUEsianas.
Pobres mis tacones delicadamente hechos a mano, hermosos y de buen diseño de quien hoy en día calza a medio planeta.
Y es que, ¿como rayos estigmatizar un tacón?, el tacón es celebrar una vez más el privilegio y elegancia de ser mujer y si Ud., mi estimada lectora, los puedes llevar con elegancia y muy altos genial.
Si NO puede, pues mucho mejor, porque nada más chistoso, que una mujer caminando como un gato empinado por no llevar bien un par de tacones.
Ahora, una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa.
Si va a usar tacones, por favor llévelos como Dios manda, o sea con ‘glamour mamita’ porque eso de andar como chencha NO ES! Aunque es un poco raro porque la mujer latina naturalmente no camina, desfila y cuando tiene tacones más.
Una no nace aprendida en el manejo de los tacones, pero tranquilas que los tacones son como los hombres: se doman de a poquito, o ¿quien aprendió a dominar patines, bicicleta o carro de primeriza? No, verdad.
Así mismo es con los tacones, de a poquito, con glamour, maña y paciencia. Esos son los tres honestos tips que se me ocurre darles a quienes les tienen pavor, pero el deseo de usarlos sigue firme.
El aguante y la técnica de la domada, eso sí salpicado con unas gotas de glamour, o sea, sin escándalos o alaridos en la calle de ¡Ayyy! me matan estos zapatos, eso a nadie en realidad le importa, solo a tu súper amiga y eso.
Hay zapatos que toca usarlos muy seguido hasta que ablanden y se adapten a la forma de nuestro pie. Esto debido a que el cuero tiene que sufrir un proceso de curtido para que no se pudra y conserve la flexibilidad.
Hay otros que nunca ablandan como los de ZARA, pero como tienen diseño y vienen cargados de información de moda, y son ‘baratelli’ -relativamente-, una ignora esa eterna relación amor/odio con la pronta-moda que vuelve y te hace comprar. Están los de VELEZ y FANCALTTI que ni las tapas les has de cambiar por su calidad incomparable y están los de diseñador local o internacional.
Y con todo eso los un par de tacones de U$D1200 no tiene nada que envidiarle a un par de zapatos de diseñador colombiano hecho en puro cuero. -En Latinoamérica en términos de calzado mandan la parada Brasil y Colombia-.
Otra cosa, si es porque le quedan apretados le sugiero empapar periódico en alcohol, meterlo a los zapatos y dejarlos así un tiempo; ellos irán cediendo -los de cuero obviamente- os chinos con una lluvia tienen para que se le derritan.
Si el caso es más extremo, opte por meterlos en una bolsa y al congelador de la noche a la mañana. Si ya nada funciona usted compró el número que no era. Toda marca no calza igual.
Ahora, mi abuela Pepa le enseñó a mi mamá, mi mamá a mí, y yo a ustedes, que si van a comprar zapatos, los deben comprar en la tarde cuando el pie está realmente dilatado.
No es lo mismo el pie a las 8AM que a las 5PM. Especialmente si vive en clima caliente. En síntesis, la relación entre el uso y la comodidad que va sintiendo con ellos, son directamente proporcional.
Pero definitivamente, lo más importante al usar un tacón es la actitud, porque en la moda todo es como en la vida misma, cuestión de actitud, es un estado mental, practicar mucho y así con paciencia se van domando las incomodidades. Si te sientes incómoda con el calzado o la ropa, se notará.
Solo hazte una promesa: el hecho de que los use altos o no, que solo dependa de usted, no del que dirán, ni porque mi amiga los usa, ¡por favor! Celebre y defienda su individualidad de mujer.
Yo los uso simple y llanamente por el gusto que me da ver como realzan mi atuendo en un segundo, me estiliza las piernas, y me divierte celebrar cuan mujer soy.
Son glamour al instante, usado por millones de mujeres de todas las esferas socio-culturales, y es un gran grito a lo que ser mujer, entre muchas otras grandes cosas significa ser, con tacones seguimos conquistando el mundo y haciendo cosas que la mujer antes ni en sueños.
Con tacones la mujer gobierna y llega a la casa a seguir edificando su hogar; con tacones la mujer conquista sus magnos ideales. Pero eso sí mujeres, si los va a usar tenga en cuenta que: los tacones son como los hombres, hay que domarlos de a poquito. Y no hay que caminar como chencha. Es todo una acrobacia, pero bien que nos divierte. Y ellos… que no inventen porque les gusta vernos en tacones también.
Si usted odia los tacones, no sufra por quien los ama. ¡Arriba los tacones! Y si los Lunes fueran zapatos seguramente serian unos crocs, ¡Feliz Semana!