Foto tomada de EL TIEMPO.

La fatídica muerte en vía pública del ciudadano afroamericano George Floyd trajo consigo un estallido de protestas a lo largo de Estados Unidos. La toma de las principales vías de Nueva York, Washington y Los Ángeles están marcadas por un notorio mensaje político que toma fuerza con el paso de los días y que consiste en desfinanciar a la policía.

Desde entonces, las protestas por el abuso policial y el racismo han migrado desde lo local hasta el ámbito internacional en respuesta al brutal asesinato. Mientras en el país norteamericano protestaban por la muerte de Floyd a manos de un policía blanco, en Colombia también acusaban a miembros de la policía nacional de asesinar en un hecho confuso a Anderson Arboleda; un joven afrocolombiano y los casos en México de Melanie golpeada por policías en la CDMX y del albañil Giovanni, quien murió bajo custodia de la policía municipal de Jalisco, atizaron la violencia en las calles exigiendo una reforma policial.

¿Por qué desfinanciar a la policía?

Las manifestaciones propiciadas por el movimiento Black Lives Matter (en español, Las Vidas Negras Importan) apuntan a que la policía no deba ser reformada, sino que esta debe ser abolida, pero esto no ocurrirá de un día para otro, sino que sucederá progresivamente y la forma más efectiva para que esto pase es quitarle recursos. Las exigencias de desfinanciación no son nuevas y provienen de movimientos que conciben la justicia y el castigo de una manera muy particular que tiene como base la abolición de las cárceles, es decir, una visión política y social de un mundo sin sistemas de castigo penal.

De ahí que las calles de Estados Unidos se hayan convertido en un lienzo para exigir una deuda que con los años se ha convertido en histórica. Enormes mensajes con el lema “Defund The Police” han sido pintados en la calle a pocos metros de la Casa Blanca. Al respecto, el presidente Donald Trump ha acusado a los demócratas de querer deshacerse de la policía, mientras tanto la senadora demócrata Kamala Harris ha señalado que el mandatario «simplemente está creando miedo donde no es necesario».

Sólo el 34 % de los estadounidenses apoya el desfinanciamiento de la policía, según una encuesta realizada por ABC News/Ipsos. Esto incluye el 55 % de los demócratas, pero sólo el 9 % de los republicanos. El apoyo al movimiento también atraviesa las líneas raciales, con el 57 % de los afroamericanos apoyando el movimiento de desfinanciamiento, comparado con el 42 % de los hispanos y el 26 % de los blancos. A esta encuesta, se suma la mayoría de los empresarios afroamericanos que tienen negocios el mercado de cannabis que han solicitado una derogación de los impuestos a la marihuana que van a la policía.

Cuando los activistas dicen “desfinanciar a la policía”, ¿qué dicen? “Queremos un cambio básico fundamental en lo que respecta a la vigilancia”, esto es lo que se ha podido entrever en muchas de las protestas. Ven en la policía una institución que tiene a su cargo la aplicación de la ley, pero a la vez como forma de opresión racial. Así lo documenta el profesor de Harvard, Khalil Gibran Muhammad, en su libro ‘The Condemnation of Blackness’, afirmando que el vínculo entre raza y crimen ha sido tan duradero e influyente en el siglo XXI como lo ha sido en el pasado.

Desfinanciar a la policía sería en la práctica una táctica que busca evitar que la institución actúe sin impunidad. Si se sigue financiando una institución que opera por fuera del marco legal habrá incentivos para que estas prácticas continúen dándose. En todo caso, es necesario separar las exigencias de los activistas que se han volcado a las calles a protestar; hay una notable diferencia entre desfinanciar a la policía y abolirla. En el primer caso estamos ante una problemática de asignación de presupuesto, los activistas creen que reducir un porcentaje de los recursos que van a la policía y trasladarlos a educación, salud o cultura sería una mejor acción en materia de política pública. Aseguran, entonces, que reducir los presupuestos policiales podría reducir sustancialmente la violencia policial sin necesidad de que se llegue a abolirla. Sin embargo, cabe preguntarse que en el caso de desfinanciar una institución dedicada a prevenir y controlar el delito se disminuiría su capacidad para enfrentarlo. El contrargumento es que los recursos que se le quiten directamente a la policía serían destinados para ampliar el uso de la mediación comunitaria y los programas de interrupción de la violencia.

Hay muchas razones para cuestionar la demanda de desviar la financiación de la policía. Es un cambio radical de la política actual que crea oportunidades para rupturas adicionales. Más allá de la dificultad de imaginar un mundo sin policía o prisiones, campañas como la de 8cantwait, insta a las agencias de seguridad en el marco de la aplicación de la ley en adoptar de inmediato ocho reformas que regulan el uso de la fuerza, incluso mientras continúa su estrategia de desinversión/inversión para poner fin a los asesinatos policiales.

El 7 de julio de 2016, Mark Dayton hizo una declaración que ningún gobernador moderno de Minnesota había pronunciado antes, ayudando a cambiar la opinión pública sobre el todavía incipiente movimiento Black Lives Matter. Dayton dijo que un hombre negro que había sido asesinado la noche anterior por la policía estaría vivo si fuera blanco. Un oficial de un suburbio de St. Paul había disparado sobre la humanidad de Philando Castile, un trabajador de cafetería de 32 años, matándolo durante una parada de tráfico rutinaria.

«¿Habría sucedido esto si el conductor y los pasajeros fueran blancos? No creo que lo hubiera hecho», dijo Dayton en una conferencia de prensa. «Estoy obligado a enfrentar, y creo que todos en Minnesota estamos obligados a enfrentar, que este tipo de racismo existe y que nos incumbe a todos jurar que vamos a hacer todo lo posible para ver que no suceda, que no siga sucediendo», afirmó.

La muerte de Castile provocó los primeros llamados en la historia moderna de Minnesota para que la legislatura del estado aprobara amplias reformas policiales.

Reforma policial

En un video que se hizo viral se ve a Mike O’Menara, Presidente de la Asociación Penitenciaria de la Policía de Nueva York, enviando un enérgico mensaje que condenaba la muerte de Floyd y afirmaba que estaban con los manifestantes, pero al mismo tiempo recordaba que la policía no era el enemigo.

La discusión sobre la reforma policial no es pacifica, algunas investigaciones explican que la policía es hermética y que no permite que se adelanten ciertos procesos tanto por el número de efectivos como por la misma estructura jerárquica de la institución, así como los incentivos a los que haya lugar para reformar, que deben responder a varias preguntas, entre ellas, ¿por qué reformar y cuándo reformar?

Lo que resulta claro es que la reforma policial no se trata solo de atender y satisfacer necesidades logísticas, elementos de dotación o mejoramiento de infraestructura para el servicio. Esto implica una reforma del Estado y una creencia justificada que una mejor policía es una policía comunitaria que se encarga de sus labores preventivas y disuasivas. Es decir, que exista una corresponsabilidad entre Estado e instituciones de la fuerza pública, que atiendan los requerimientos de la sociedad y que impacten de manera positiva la seguridad ciudadana.

Esta exigencia es interesante sobre los roles que han asumido las policías del mundo a través del tiempo. Discutir el manejo de problemas sociales para los que están mal equipados permite identificar en realidad cuáles son los asuntos que debe atender la policía de acuerdo con su misionalidad, pues muchos se quejan de hacer demasiado. Entre las propuestas está la necesidad de despenalizar los problemas sociales y sacar a la policía de la ecuación, obligando a pensar en el papel que juegan. Las reformas policiales exitosas ayudan a identificar y mitigar los daños de estas características que son estructurales, incluso mientras se trabaja para rehacerlas, en el sentido que los problemas políticos deben ser resueltos por la política y no por la policía.

El experto en la policía estadounidense David H. Bayley enumeró cuatro elementos esenciales que debe tener toda reforma policial o que apunte a ella: 1. Aplica la ley. 2. Protege los derechos humanos. 3. Rinde cuentas. 4. Atiende las necesidades de los ciudadanos.

En esta nueva era de gestión policial democrática, se debe aunar esfuerzos por mantener teorías del cambio sólidas. El servicio de policía aspira a ser legal, legítimo y profesional. El profesionalismo denota la toma de decisiones tácticas, apoyadas por una formación especializada, recursos adecuados, visiones estratégicas informadas y directrices éticas específicas, sin dejar de lado un juicioso informe periódico de rendición de cuentas.